Hungría y la batalla por las imágenes de odio

En un mundo saturado de información, los elementos visuales en la comunicación política son cruciales, pues ayudan a evocar sentimientos en un instante. Que, en solo diez días, 180 mil personas hayan firmado una petición para retirar carteles políticos de odio de los espacios públicos de Hungría no es un tema menor y nos obliga a replantearnos los mensajes que estamos comunicando.

El colectivo teatral Loupe, encabezado por Rozi Lovas, Tamás Lengyel, Áron Molnár y János Antal Horváth, lanzó una iniciativa digital para recolectar firmas expresando el rechazo a la publicidad política que, consideran, desinforma sobre el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.

La polémica imagen que ha quedado expuesta en gran formato es una composición que presenta al líder ucraniano Volodymyr Zelenskyy y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, yuxtapuestos en un mismo encuadre. Esta técnica de asociación visual busca vincular el apoyo financiero y militar que ha dado la Unión Europea a Ucrania, con una narrativa de injerencia, que podría interpretarse como algo perjudicial para la sociedad húngara.

El lenguaje no verbal de los líderes es también un elemento clave en esta estrategia. Sus rostros, carentes de expresión optimista y con una mirada sombría, son utilizados como símbolos de una política de guerra y de una agenda oculta.

La interpretación que dan los activistas es que el gobierno de Viktor Orbán, el cual busca cimentar la idea de un “nosotros” (el pueblo húngaro) frente a un “ellos” (las élites de Bruselas y sus aliados). El hecho de que una campaña de la sociedad civil logre retirar estos carteles es un acto de resistencia semiótica. Demuestra que la imposición de una narrativa oficial a través del dominio del espacio visual puede ser desafiada y revertida.

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