“A los hombres se les puede eliminar, pero a las ideas no”
Por Carlos Felipe Sarmiento Rojas
Luis Carlos Galán Sarmiento fue un líder disruptivo para la política colombiana de los años 80. Sus propuestas, dirigidas al país, recogían una coherencia entre ideología, valores y propuestas que vieron la luz a través del Nuevo Liberalismo (NL), el cual surgió como respuesta a los desteñidos años de bipartidismo –período histórico que se caracterizó por el acuerdo entre conservadores y liberales–, que consistió en alternar cada cuatro años el poder. A este proceso en la democracia colombiana se le llamó Frente Nacional (1958 – 1974).
Nacido en la ciudad de Bucaramanga, en 1943, el hijo de Mario Galán Gómez y Carmen Cecilia Sarmiento Suárez, desde temprana edad, fue un destacado alumno, graduado de la Universidad Javeriana de Colombia de las licenciaturas de abogacía y economía. Su carrera política fue coherente y vertiginosa, inició como miembro de las juventudes del Partido Liberal, posteriormente fue miembro de la delegación de Colombia en Nueva Delhi durante el gobierno de Lleras Restrepo.
En 1970, a sus 27 años, fue nombrado ministro de Educación por el presidente Misael Pastrana Borrero, donde logró, durante sus dos años al frente de la cartera, liderar reformas claves para el sector de aprendizaje en Colombia, ostentando ser el ministro más joven del país cafetero.
Posteriormente, fungió como embajador de Colombia en Italia desde 1972 a 1974. En este contexto representó al país en foros internacionales como la ONU y la UNESCO. A su regreso a la nación incursionó en la política electoral, resultando electo senador de la República por su departamento natal y creando en 1979 el partido político Nuevo Liberalismo, que emergía como disidencia del partido Liberal que adolecía, según él, de una crisis ideológica.
Galán pregonaba la necesidad de un cambio profundo que le devolviera a los ciudadanos el poder controlado por la oligarquía política colombiana durante años, sin embargo, a diferencia de algunos movimientos de izquierda de la región del siglo XX, que concibieron lograrlo por la vía armada impregnados por los vientos de la Revolución Cubana, apostó por la vía democrática.
Durante su liderazgo en el NL, Galán expresó a la nación que “a los hombres se les puede eliminar, pero a las ideas no”, con ello manifestó la importancia que tenían para él la ideología y los valores en un proyecto político. Sin este faro las circunstancias electorales pueden llevar a profundas contradicciones.
La ideología es el conjunto de ideas que identifican a una colectividad, de esta se desprenden los valores y principios que orientarán el actuar de las organizaciones políticas puestas a consideración de la sociedad por medio de sus programas al corto, mediano y largo plazo.
La ausencia de ideales, valores y principios en las fuerzas políticas contemporáneas puede ser causa del declive de los partidos como intermediarios y representantes naturales de las necesidades de la ciudadanía. Aunado a ello, son más frecuentes las plataformas de los movimientos sociales y las protestas como camino para expresar las demandas que se tienen a fin de situarlas en la agenda pública.
Una respuesta oportuna para fortalecer a los partidos políticos y la democracia –acorde a las realidades actuales–, debe pasar por devolver su importancia a la ideología, valores y programas, entendiendo que son mecanismos fundamentales para generar identidad y afinidad partidaria con los ciudadanos. No existen atajos para generar credibilidad. Es una consecuencia, no un objetivo per se, tal como hoy en día se nos quiere hacer entender.
La confianza es un factor intangible de gran valor para la fidelización de ciudadanos a los partidos políticos. Esta debe ser resultado de una ideología y unos valores compartidos que permitan la identificación de los ciudadanos con los postulados y programas. Esto lo comprendió Galán quién para la época se esmeró por entender las necesidades de las y los colombianos, motivo por el cual logró ofrecer unos idearios que encontraron eco en la sociedad colombina de los 80, producto de las correrías por el territorio nacional, donde en plazas públicas convocaba a la sociedad a ser parte de Una Colombia Nueva. Allí plasmaba esa novedosa manera de hacer política basada en ideas, valores y principios que diera como resultado lo que llamó un nuevo orden social.
Otro elemento que debemos poner en el radar es el convulso momento que enfrentaba Colombia, que iniciaba un largo y tortuoso camino de enfrentamiento contra las mafias del narcotráfico, el NL en cabeza de Luis Carlos Galán Sarmiento alzó su voz para denunciar sin titubeos la llegada de un narcotraficante al Congreso de la Republica, como representante suplente del departamento de Antioquia, llamado Pablo Emilio Escobar Gaviria, el mismo que había expulsado de manera previa del partido, junto con su fórmula, Jairo Ortega.
En ese ardido escenario Galán tomó las banderas de las ideas, principios y valores como su principal instrumento de disuasión para concientizar a la sociedad sobre los grandes retos que debía afrontar Colombia: “Para los problemas del país hay tres alternativas: uno, ignorarlos; dos, repudiarlos; o tres, enfrentarlos. Yo decidí que los problemas hay que enfrentarlos con valentía”.
Desarrolló una ideología que impulsó de manera natural la afinidad y simpatía de las y los colombianos de a pie. Comentaba: “se elaboró una edición de 50.000 ejemplares de lo que se llamó Documento Número Uno, cuya amplia circulación fue decisiva para el crecimiento del Nuevo Liberalismo, además de constituirse en el fundamento ideológico de esta fuerza política”. Este ideario se sustentó alrededor de un enfoque de derechos humanos, medio ambiente, identidad cultural, un nuevo concepto de Estado, crecimiento e igualdad social.
Estas posturas se mantuvieron firmes en las situaciones más adversas. En el escenario nacional las mafias del narcotráfico permeaban las instituciones, amenazando la democracia colombiana. Fue el NL encabezado por Luis Carlos Galán Sarmiento y el entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, quienes enfrentaron de manera decidida el avance de las mafias, expusieron la entrada de “dineros calientes” a las campañas y denunciaron los nexos de Pablo Escobar con el narcotráfico y su rol como fundador del grupo MAS (Muerte a Secuestradores), primer grupo paramilitar de Colombia conformado y financiado por los carteles de la droga.
Las denuncias lograron develar el actuar criminal y delictivo de Escobar, derrumbando la fachada de empresario y altruista que había intentado forjar. La plenaria de la Cámara le quitó la inmunidad a fin der que pudiera responder por los delitos que se le indilgaban. El 20 de enero de 1984 el capo de la mafia anunció su retiro de la política, gracias a la acción enérgica y en solitario del NL.
El costo por proteger la democracia de los carteles de la droga sería alto. En abril de 1974 fue asesinado Lara Bonilla. Este hecho, lejos de amilanar a Galán, lo llevó a una cruzada en representación de las personas que fueron asesinadas por los carteles de la droga.
Galán había postulado su nombre en dos ocasiones para ocupar la Presidencia de la República de Colombia. Para las elecciones que se avecinaban en 1990, llegaba a la contienda con una intención de voto por encima del 60%. Era el candidato con mayores posibilidades de victoria. En el municipio de Soacha, Cundinamarca durante una reunión en plaza pública el 18 de agosto de 1989 fue asesinado por orden del Cartel de Medellín.
Las realidades latinoamericanas tan dispares y tan gemelas en ocasiones me hizo encontrarme en México con la figura de Luis Donaldo Colosio Murrieta, político asesinado en la contienda electoral del año 1994 a la presidencia de México en representación del Partido Revolucionario Institucional (PRI), él compartía con Galán representar la renovación y el cambio en la forma de hacer política.
Después de treinta y tres años de su asesinato su legado permanece vigente. Temas como la desigualdad social, el medio ambiente, el respeto por los derechos humanos, la impunidad, la corrupción y el narcotráfico siguen siendo parte de la agenda que debemos resolver los colombianos.
El regreso del Nuevo Liberalismo como fuerza política esgrime una oportunidad para llevar a buen puerto el ideario, los valores y propuestas del galanismo que la violencia intentó truncar, porque “a los hombres se les puede eliminar, pero a las ideas no. Y al contrario, cuando se elimina a veces a los hombres, se robustecen las ideas”, ¡Galán Vive!
Carlos Felipe Sarmiento Rojas (Colombia) es politólogo (Universidad de los Andes de Colombia); maestro En Gobierno y Administración Pública (Universidad Complutense de Madrid) y doctorando en Derechos Humanos (Universidad Autónoma de Tlaxcala). Asesor y académico en temas de derechos humanos y justicia transicional. Fue candidato a la Cámara de Representantes de Colombia, Circunscripción Internacional, por el Nuevo Liberalismo.
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