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Batlle y el Batllismo

Por Felipe Schipani

No se puede comprender al Batllismo sin mencionar a la figura de su fundador, José Batlle y Ordóñez. El Batllismo se fundó alrededor de su persona, su pensamiento y su acción. Su obra fue de tal trascendencia que logró influir en generaciones posteriores, creando un imaginario batllista que impregna a la sociedad y al sistema político uruguayo. José Pedro Barrán afirmó que “todos los uruguayos son batllistas”, lo que parece ser una verdad objetiva[1].

Luego de la fallida Revolución del Quebracho (1886), la única opción que le quedaba a Batlle era transformar al Partido Colorado, emprendió una tarea titánica para que se robusteciera como herramienta idónea que permitiera la integración de clases, la democratización y la modernización de la República[2]. Milton Vanger –uno de los principales historiadores contemporáneos sobre las ideas y la obra de don Pepe– afirma que Batlle promovió su enorme reforma cultural y política apoyándose en la fuerza del Partido Colorado más que en cualquier otro soporte, el Partido Colorado es el impulso vital que motivó la obra de don Pepe[3]. El Batllismo promovió una democracia política, se transformó en movimiento político y es también un medio de movilidad social, donde es posible el ascenso político y social por mérito propio y como consecuencia de las propias acciones del individuo. En el Partido Colorado Batlllista toda persona, sea cual sea su origen social, puede realizar dentro de la organización partidaria “la carrera de los honores”[4].

Esta democracia se sustenta en tres pilares fundamentales: la libertad individual, el derecho al librepensamiento y una confianza total en la razón humana. Para que estas libertades y derechos se hagan efectivos tiene que existir un sistema educativo de primer orden, un desarrollo económico que sustenten un mercado real de trabajo que haga efectivo el derecho de todos a un salario digno, y que esta conjunción permita una efectiva movilidad social apoyada en las capacidades y ambiciones de cada quien.

¿Se puede ser batllista sin ser colorado?

Los hombres del Partido Colorado siempre estuvieron en la primera línea del servicio público. Rivera y los héroes de la Defensa forjaron la identidad colorada, respaldo en el que se apoyó Batlle y Ordóñez para realizar su tarea de modernización a principios de siglo xx. Nutrió sus ideas y acciones de la fuente colorada más que de ninguna otra[5]. No caben dudas de que don Pepe fue colorado por convicción, el Batllismo nunca hubiera existido por fuera del Partido Colorado. Coloradismo y Batllismo son una unidad[6]. La moderna y supuesta antinomia Batllismo-coloradismo es falsa, y persigue criterios más bien políticos que históricos; fue el propio Batlle quien puso las cosas en su sitio, indicando que no se puede ser batllista sin ser colorado[7]. Como bien señala Luis Hierro López, no debe confundirse el hecho de que en sus apariciones públicas Batlle no hablaba mucho de las tradiciones, sino de los problemas contemporáneos y del porvenir, con la idea de que abdicaba de sus raíces[8]. El Dr. Julio María Sanguinetti agrega a este concepto, en su obra La Fuerza de las Ideas, que “es impensable que el ímpetu social del Batllismo pudiera nacer en otro partido que no fuera el Colorado, por su tradición liberal, institucionalista y ya internacionalista, “cosmopolita” como dice Rodó. No podía estar en otro lado que en el partido de Garibaldi”[9].

Bases filosóficas

En la formación de Batlle tuvo gran importancia la influencia de Krause –filósofo poco difundido en Europa, pero con importantes repercusiones en sectores progresistas de América y España– cuya obra había sido adoptada por la cátedra de filosofía, y difundida a fines del siglo xix por Prudencio Vázquez y Vega. El Krausismo tuvo importante difusión en el Uruguay por las obras de sus discípulos, Heinrich Ahrens en el plano de la filosofía política, y de Guillermo Tiberghien en el plano filosófico. El discurso batllista logró incorporar a la práctica un conjunto de fructíferas proposiciones modernizantes, que van desde el liberalismo hasta diversas formas de socialismo democrático, que actuaron como catalizadores ideológicos positivos, que inhibieron el conflicto social del enfrentamiento de clases, e impregnó a los uruguayos de paradigmas que determinaron la excepcionalidad de nuestra sociedad, en su sentido integrador, en la legalidad, la libertad política plena, y sobre todo la posibilidad de conciliar armónicamente los conflictos sociales y económicos[10].

Reformista

El Batllismo es una corriente reformista, acepta los dictados de la teoría y acoge las lecciones de la práctica. La intervención del pueblo en la función pública es imprescindible para que exista obra duradera. Las garantías del sufragio, las elecciones frecuentes, las asambleas representativas locales, y, en general, todas las instituciones que acerquen el individuo a la comunidad, son los medios que pueden arrancar a las masas de la indiferencia política a que suele inclinarlas la necesidad de proveer a las exigencias de la vida material. El Batllismo fue pionero en la historia política del Uruguay al promover los primeros movimientos de ideas e imponerlas por medio de las instituciones políticas vinculadas al voto popular[11]. La ley es el medio que utiliza el Batllismo para la realización de sus aspiraciones. La revolución radica en las transformaciones sustanciales que se persiguen, y no en el método, que es evolutivo y pacífico. La sustitución del régimen presente por otro más libre y más justo, será obtenido por vía de la ley, con apartamiento de toda acción de violencia[12].

La educación

“Un pueblo no puede ser libre y feliz si no es instruido. […] No podremos sobresalir por la extensión de nuestro territorio, ni queremos distinguirnos por la prepotencia de la fuerza; pero queremos enaltecernos por la intensidad y el brillo de nuestra cultura en todas las ramas de la actividad humana”[13]. El Batllismo fue precursor de la gratuidad de la enseñanza en todos los niveles[14], con esto se logró atenuar las diferencias en el punto de partida. La igualdad del punto de partida –máxima aspiración del Batllismo– impone la igualdad de aprendizaje para todos los niños. Ya no se piensa más en el derecho a la instrucción sino en el deber, para todos los ciudadanos, de adquirir un mínimum de cultura[15].

El Batllismo también fue impulsor de la creación de los liceos departamentales, en el sentido de ser centros culturales irradiadores de cultura. Fue creador de la Universidad de Mujeres, demostrando que la capacidad intelectual de las mujeres era igual o superior a la de los hombres. También fue el modernizador de la Escuela Industrial –posteriormente denominada Universidad Tecnológica del Uruguay– tarea encabezada, no sin tropiezos, por el Dr. Pedro Figari. Impulsó la creación, en la figura de Grompone, del Instituto de Profesores Artigas, puntal clave para la formación docente. La atención de la primera infancia y la extensión de la educación inicial en 1988 con la creación de los centros CAIF, lucha conquistada gracias al esfuerzo de la Dra. Adela Reta. En 1995 el Batllismo también encabezó otra reforma en la educación, liderada por el Prof. Germán Rama, con los objetivos fundamentales de compensar las desigualdades de la condición social, mejorar la calidad educativa y perfeccionar la formación y la función docente, fue la más importante en medio siglo. El ideal equitativo en la escuela primaria se profundizó mediante la creación de escuelas de tiempo completo, en aquellos lugares donde la extra edad y los índices de repetición evidenciaban mayor depresión social[16].

A modo de conclusión

El Batllismo nunca respondió a un sistema rígido de ideas ni a un conocimiento dogmático del mundo. No tiene, como el socialismo, un sentido profético. No se propone alcanzar una forma ideal de sociedad. Cree simplemente en el hombre, en su perfectibilidad, en los poderes creadores de su espíritu. Cree que los sistemas sociales evolucionan y que la ciencia crea nuevas condiciones capaces de afirmar cada vez más el reino de la justicia. Dentro de soluciones basadas en la idea de libertad y en el respeto de la dignidad humana, busca en cada momento del desarrollo histórico los niveles de vida económica y social de los países más adelantados, sin considerar si la nueva situación creada gracias al progreso, corresponde a una concepción determinada de la sociedad o de la historia. Le basta saber a su espíritu que el paso dado hacia adelante sirve para consolidar los principios eternos: paz, fraternidad, libertad y justicia social.

Felipe Schipani (Uruguay) es doctor en Derecho y Ciencias Sociales (UdelaR). Cursó la Diplomatura en Comunicación Política en la Universidad CLAEH. Convencional Nacional y Departamental del Partido Colorado. Miembro titular del CEN. Fue Prosecretario General del Partido Colorado. En febrero de 2020 asumió como Representante Nacional por Montevideo, presidiendo ese año la Comisión de Educación y Cultura de la Cámara de Diputados. Fue Secretario General del Partido Colorado en Montevideo.

Twitter: @FelipeSchipani

Facebook: @FelipeSchipaniLarrauri

Instagram: @FelipeSchipani


[1] Arena, Domingo. Crónicas de don Pepe Batlle. Montevideo: Editorial Arca, 2008, 5.

[2] Arena, Domingo. Crónicas de don Pepe Batlle. Montevideo: Editorial Arca, 2008, 8.

[3] Hierro López, Luis Antonio. Las Raíces Coloradas. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental, 2015, 5.

[4] Arena, Domingo. Crónicas de don Pepe Batlle. Montevideo: Editorial Arca, 2008, 20.

[5] José Batlle y Ordóñez. Extraído de Manini Ríos, Carlos. Una Nave en la Tormenta. Montevideo: Imprenta Letras S.A, 1972, 138.

[6] Hierro López, Luis Antonio. Las Raíces Coloradas. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental, 2015, 7.

[7] Hierro López, Luis Antonio. Las Raíces Coloradas. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental, 2015, 175.

[8] Hierro López, Luis Antonio. Las Raíces Coloradas. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental, 2015, 177.

[9] Sanguinetti, Julio María. La Fuerza de las Ideas. Montevideo: Editorial Sudamericana Uruguay, 2022, 15.

[10] Arena, Domingo. Crónicas de don Pepe Batlle. Montevideo: Editorial Arca, 2008, 23.

[11] De Ferrari, Francisco. Los Ideales del Batllismo. Montevideo: Agrupación de Intelectuales y Universitarios Colorados Batllistas, 1962, 8.

[12] Giudici, Roberto. Los Fundamentos del Batllismo. Montevideo: Imprenta Nacional Colorada, 1946, 45.

[13] Giudici, Roberto. Los Fundamentos del Batllismo. Montevideo: Imprenta Nacional Colorada, 1946, 113.

[14] Los Fundamentos del Batllismo. Montevideo: Imprenta Nacional Colorada, 1946, 114.

[15] Giudici, Roberto. Los Fundamentos del Batllismo. Montevideo: Imprenta Nacional Colorada, 1946, 116.

[16] Sanguinetti, Julio María. La Fuerza de las Ideas. Montevideo: Editorial Sudamericana Uruguay, 2022, 124.

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