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¿Dónde está el Wilsonismo?

Por Juan Raúl Ferreira 

La muerte de Wilson se ha hecho sentir dentro de su partido. Había sido candidato, en 1971, año de la fundación del Frente Amplio, con un programa más parecido al de la izquierda que al del ala conservadora del Partido Nacional. La gente votó por abrumadora mayoría por un cambio, pero fue electo Juan María Bordaberry, candidato del continuismo. Dos años después dio un golpe de Estado.

Al regreso de la democracia, en las elecciones del 84 estuvo preso. En el 89 las encuestas le daban como ganador y muere un año antes. El Partido Nacional, ganó por 180 mil votos. Luis Lacalle Herrera (padre del actual presidente uruguayo), en las antípodas ideológicas obtuvo la Presidencia. Dijo al terminar su mandato, “Wilson dejó una correntada ganadora, murió, tomé la posta y gané”. Pero el wilsonismo no.

Lacalle fue a la Embajada de España cuando murió Franco, alzando su brazo derecho y cantó el himno Fascista. Wilson escribió a su sector, cortando para siempre con Lacalle. A partir de su muerte, el Partido Nacional abandonó sus banderas e izó las que representan todo aquello que él combatió en vida.

Tras las elecciones de 1999, Lacalle Herrera, dijo pertenecer a la generación herrerista que veía en Wilson un enemigo. “Rompió el movimiento, compró nuestros dirigentes”. Debí abandonar la reunión. Tras su muerte, condujeron el Partido Nacional los Lacalle, sin ocultar, su animadversión, a Wilson.

Hay algo, intangible en el wilsonismo: su carisma. Eso que hacía con solo intercambiar dos palabras. Presidentes, reyes y gobernantes de todo tipo le abrieron las puertas de par en par, al igual que la gente de a pie en Uruguay. Pero tenía un fuerte contenido ideológico.

En el centenario de Simón Bolívar, Wilson fue orador único en el Parlamento de Ecuador. Citaba: “en democracia, todo ciudadano debe tener por permitido lo que no esté expresamente prohibido por la ley”, (un espíritu contrario a la Ley de Urgencia del actual gobierno). “El Bolívar de hoy, el vigente en el siglo XX, el que nos llega”. Vale la pena leerlo. Culmina llamando a la Unidad Sudamericana. Parece condenar el asalto al UNASUR, al MERCOSUR y la sumisión a la OEA de hoy.

Cuando habló en el Congreso de Estados Unidos (junio de 1976) dice no pedir la intervención sino “que nos dejen solos. Que dejen de apoyar a la dictadura uruguaya”. El presidente Lacalle Pou inició su diplomacia enviando a su canciller a ver al secretario de Estado de Donald Trump. Visitó al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, al mes de asumir y a su par argentino, Alberto Fernández al año y medio. Apoya la OEA de Almagro. Vota para presidente del BID al candidato de Trump contra el de Argentina. 

En lo interno el gobierno denosta siempre a los gremios. Cercena el derecho de huelga y prohibe ocupar los lugares de trabajo por ley. La primera tarea que Wilson pidió a sus seguidores, la noche del Golpe de Estado de 1973, fue llevar alimentos a los lugares de trabajo ocupados por los huelguistas. “La ocupación es una extensión del Derecho de Huelga”. 

En octubre del 83 me escribió: “no es pensable construir un futuro sin la participación de todas las fuerzas gremiales, toma contacto dentro del país con el PIT y ACEEP, para lo que te pido invoques mi nombre y asumas mi representación”. El 16 de mayo en Bogotá, había dicho: “La CNT es la central única de trabajadores de mi país. Podrán ilegalizarla, pero nunca borrarla de la vida nacional”.

Este gobierno entregó la conducción de la política agropecuaria a dirigentes de las gremiales de productores. Wilson había dicho en su propuesta agropecuaria: “consumimos como ricos, producimos como pobres, la demanda no ha cesado de crecer, mientras que la oferta, sigue rígida. La demanda no se debe reducir, congelando los ingresos de los grupos más extensos de la población”.

Quería “asegurar en el medio rural la justicia social, estableciendo una nueva relación hombre-tierra-comunidad y distribuir el ingreso, y otros beneficios derivados de la propiedad de la tierra”. Hoy, la Ley de Presupuesto quiere matar al Instituto de Colonización. 

Sobre la compra de bancos fundidos, decía: “pagamos con plata de la gente la deuda de la banca para luego entregarla a extranjeros”. Sobre política tributaria propiciaba: “Mejorar la distribución del ingreso, sin que el sacrificio recaiga en los estratos de más bajos ingresos”.

Los tozudos hechos pueden más que mil discursos. 

Juan Raúl Ferreira (Uruguay), comenzó a militar muy joven. Preso tras el Golpe de Estado, se exilió en 1975. En EEUU en varias ONG denunció la dictadura. Fue senador, diputado, embajador uruguayo en Argentina, Defensor del Pueblo y presidente de la Institución Nacional de DDHH. Analista internacional en medios locales y extranjeros.
Twitter: @JuanRaFerreira
 

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