El péndulo político de América Latina: del progresismo a la extrema derecha

Por Mariano Mendoza

La historia es como un péndulo donde los cambios sociales y políticos se mueven de manera oscilatoria en sentidos opuestos. Está metáfora ayuda a comprender cómo las sociedades a menudo transitan de un extremo a otro para luego regresar a un punto intermedio de estabilidad.

La historia de Latinoamérica se ha caracterizado por movimientos particularmente abruptos. En el presente artículo haremos un recorrido histórico de cómo en menos de cuarenta años nuestra región pasó del neoliberalismo conservador, al progresismo de izquierdas, para ahora movernos a lo que aparenta ser una “extrema derecha”.

Ola neoliberal

En las décadas del 80 y 90 surgieron varios gobiernos neoliberales que implementaron políticas como la privatización de servicios, desregularizaciones económicas y apertura a los mercados globales. Sin duda era una avalancha de “derechas” con representantes tan icónicos como Carlos Menem en Argentina, Fujimori en Perú, Collor de Mello en Brasil o Violeta Chamarro en Nicaragua.

Buena parte de los académicos concuerdan con que el neoliberalismo supuso un crecimiento económico acelerado y un aumento de inversión extranjera. Sin embargo, también provocó incrementos en la desigualdad de ingresos y el empleo informal.

Según el sociólogo Juan Pablo Rodríguez, el neoliberalismo propició que el Estado fuese manejado acorde a los intereses de las multinacionales y por las élites empresariales lo que debilitó la democracia. Así pues, surgieron varios movimientos contrarios al neoliberalismo como los grupos indígenas, campesinos o feministas. Fue justamente el descontento de varios sectores con el neoliberalismo lo que abrió paso a las llamadas mareas rosas.

Las mareas rosas

Como respuesta al neoliberalismo surgieron una oleada de gobiernos de izquierda y centroizquierda, llamadas mareas rosas. La primera de ellas comprende entre 1998 y 2015. Se caracterizó por el estandarte del socialismo del siglo XXI, con figuras destacadas como Hugo Chávez, Lula da Silva, Evo Morales o Rafael Correa.

La segunda marea empezó en 2018 con la llegada al poder de López Obrador en México y se mantiene hasta la actualidad. Esta segunda ola posee un discurso más moderado con líderes como Gustavo Petro, Gabriel Boric o Luis Arce. Sin embargo, el panorama de la izquierda latinoamericana no parece muy alentador y enfrenta diversos obstáculos que analizaremos a continuación.

Auge y declive de las izquierdas

La primera marea rosa tenía una fuerte base social en amplios sectores de la sociedad como los campesinos o trabajadores. Había una gran expectativa por parte de la población sobre estos líderes, puesto que se promocionaron como “el gobierno del cambio”. Esta marea suponía la contestación al neoliberalismo y muchos expertos hablaban incluso de un “posneoliberalismo”. Sin embargo a casi treinta años de esa marea el cambio sigue sin materializarse.

Tal como explican muchos economistas y politólogos a nivel general, la mayoría de los gobiernos de izquierda continuaron aplicando políticas neoliberales. En ese sentido, muchos gobiernos optaron por el pragmatismo pues las economías dependían en gran medida de las exportaciones de materias primas por lo que resultaba conveniente seguir con la receta neoliberal a costa de sacrificar lo social.

La sombra de la derecha

Es importante aclarar que los fracasos de muchos proyectos de izquierda obedecieron tanto a factores internos como externos. Entre los factores externos más importantes hay que mencionar la “sombra de la derecha”. Con las mareas rosas la derecha nunca desapareció pues seguían controlando los medios de comunicación y continuaban siendo una fuerza opositora en los congresos. Es entendible que muchas reformas que se intentaron impulsar sufrieron atrasos, boicots o bloqueos por parte de estos sectores. Por ejemplo, este 2025 el Congreso colombiano rechazó el paquete de reformas sociales propuesto por Gustavo Petro.

Eso explica por qué muchos gobiernos de izquierda pactaron con la empresa privada para mantener cierto margen de gobernabilidad y no acabar como los expresidentes Manuel Zelaya o Pedro Castillo. Las únicas excepciones son Morena en México y el MAS en Bolivia, aunque el MAS perdió las elecciones con el 3,1%. Entonces, si tanto la izquierda como la derecha se acoplaron a la misma estructura neoliberal cabe preguntarse ¿qué diferencia hay entre la izquierda y la derecha en Latinoamérica?

Aun así, sí hubo una regresión parcial de ciertas privatizaciones y se impulsaron políticas para mitigar la pobreza, no obstante, fueron medidas insuficientes y no se realizaron los cambios socioeconómicos profundos que se esperaban. Por si esto fuera poco, la izquierda está experimentando una debacle fruto de una serie de escándalos y crisis que han dañado su imagen.  

Corrupción

Los gobiernos de izquierda se contagiaron del mal endémico de nuestra región; la corrupción. Muchos gobiernos se vieron envueltos en la trama de corrupción de Lava Jato con la constructora Oderbrecht, uno de los mayores escándalos de corrupción en la región que llevó a la condena al propio Lula y al expresidente Humala del Perú. Para más inri, Rafael Correa fue condenado a ocho años de cárcel por corrupción.

Así es como varios partidos de izquierda y sus líderes perdieron a buena parte de su base social, la cual se sintió traicionada. Es muy común oír por la calle frases como “de derecha o izquierda todos roban igual”.

La inseguridad

Uno de los grandes obstáculos de la izquierda es el abordaje de la seguridad. Varios gobiernos progresistas tienen un enfoque de seguridad basado en el respeto de los derechos humanos y el debido proceso. No obstante, el modelo “Abrazos, no balazos” de López Obrador no está funcionado.

Gustavo Petro prometió la llamada “paz total” mediante la negociación con grupos armados, pero esta estrategia parece infructífera. En agosto en 2025 se registró una de las jornadas más violentas de Colombia con atentados terroristas en Cali que dejaron a 19 muertos y a esto hay que sumarle el terrible asesinato del candidato presidencial Miguel Uribe.

La postura de la extrema derecha es simple; mano dura. El modelo Bukele sustentado en regímenes de excepción se ha exportado a varios países como Argentina o Ecuador e incluso ha sido adoptado por gobiernos de izquierda como Xiomara Castro en Honduras.

La percepción de inseguridad ha aumentado significativamente en otros países como Chile, Ecuador o Perú y parece ser que los líderes de izquierda no tienen una versión alternativa de cómo abordar la delincuencia. Recordemos que una de las emociones que más mueve el voto es el miedo y ahora las personas buscan líderes fuertes que intuyen, les puedan quitar ese miedo.

Crisis

Diversos gobiernos de izquierda han generado crisis significativas, dañando la imagen regional de esta ideología. Venezuela, antes un símbolo del socialismo del siglo XXI, se transformó en una dictadura que desencadenó una de las crisis humanitarias más graves del hemisferio occidental. De igual manera, países como Argentina y Bolivia han enfrentado conflictos notables. Bajo el Kirchnerismo la inflación alcanzó el 211% y la pobreza el 41% en 2023. En Bolivia, la escasez de combustibles ha generado un aumento de la inflación y precios de alimentos mientras las tensiones entre Luis Arce y Evo Morales casi llevan al país al borde de una guerra civil.

Desde el Laboratorio de Políticas de lo Inconsciente (LPI) se reconoce que no se registra un programa político de izquierda que contemple el desarrollo de intervenciones políticas capaces de responder a las demandas ciudadanas. Prevalecen en cambio discursos consciencialistas que demuestran ser menos efectivos que los discursos de las derechas.

Ascenso de la extrema derecha

El crimen organizado, la corrupción y las desigualdades económicas agravadas por la pandemia han dinamitado el estado de derecho en la región. Así pues, nos encontramos ante un escenario donde ni las derechas ni los sucesivos gobiernos progresistas lograron resolver de fondo los problemas estructurales.

Según los datos del Latinobarómetro de 2024 el 65% de los latinoamericanos está insatisfecho con la democracia. Las instituciones democráticas tienen los grados más bajos de confianza siendo el Poder Judicial el más alto con el 28%, el Congreso con 24% y los partidos políticos con apenas el 17%. Sumado a esto, según datos de la CEPAL (2021), el 1% más rico concentra el 33% de la riqueza total de la región, siendo América Latina la región más desigual del mundo, superando al África subsahariana.

El escritor y periodista Andrea Rizzi expone en su último libro La era de la revancha que este “capitalismo depredador” no funcionó para una gran parte de la población, lo que ha llevado a las clases resentidas a buscar revancha contra las élites y buscar cobijo en figuras cuasi mesiánicas. Es aquí donde el discurso populista de la extrema derecha logra seducir al pueblo al hablar de revancha contra “los mismos de siempre” y prometer soluciones simples a problemas complejos. Tanto la derecha como la izquierda están desgastadas y desprestigiadas, lo que buscan las personas ahora son soluciones urgentes más allá de programas ideológicos.

Bukele logró reducir los niveles de homicidio a cifras récord y ante las denuncias de violaciones de derechos humanos el grueso de la población dice: “sí…pero ahora puedo salir a la calle sin miedo a que me maten”. Esto es algo que ni la izquierda ni la derecha tradicional lograron realizar; entregar resultados palpables que sean percibidos por las mayorías. Si bien la extrema derecha sigue siendo una ideología heterogénea que varía de país a país, podemos encontrar ciertas características comunes:

  • Mano dura;
  • Pensamiento conservador tradicional latinoamericano;
  • Cruzada ideológica anti-woke;
  • Políticas neoliberales.

Una característica fundamental de la derecha radical es que logra capitalizar ese malestar social que hablaba Rizzi. En el discurso populista se nos habla de venganza y castigo al establishment corrupto, a los progresistas wokes y a los criminales. Personas como Bukele o Milei logran explotar ese hartazgo a la política tradicional y se pone en duda, ¿qué tan eficiente es la democracia para resolver las demandas ciudadanas?

Neoconservadurismo

La ultraderecha en América Latina tiene como característica el movimiento conservador tradicional latinoamericano, y tal como lo definen ciertos autores está caracterizado por una impronta cristiana, un orden jerárquico y concepciones morales estrictas. Este conservadurismo permite a la extrema derecha conectar con la idiosincrasia latinoamericana dado que somos una sociedad religiosa, punitiva en donde se valora la familia.

La derecha radical se opone a las demandas feministas, LGBTIQ+ y de otras minorías étnicas o raciales. Sus discursos buscan poner al pueblo en contra de una elite globalista liderada por ONGs y organismos multilaterales que quieren imponer la llamada “ideología de género” y destruir la familia tradicional.

En 2022 por ejemplo, el gobierno de El Salvador retiró material educativo relacionado con la violencia de género y educación sexual. Asimismo, el gobierno de Milei cerró el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad y en ambos países se han hecho fuertes recortes a programas sociales. En Perú, se creó en 2016 el movimiento “Con mis hijos no te metas” para acabar con la llamada “ideología de género” en las escuelas.

Retórica de épica y rebeldía

En la década del 2010 el progresismo alcanzó una hegemonía global. Ideas como el cambio climático, los derechos humanos y el respeto por las diversidades se volvieron ideas prácticamente ubicuas, presentes desde el entretenimiento hasta los debates públicos.

El problema es que un sector de la izquierda empezó a implementar la doctrina de lo “políticamente correcto” y la cultura de la cancelación. Toda persona que no aceptara los valores progresistas corría el riesgo de ser cancelada en redes sociales o incluso perder su trabajo. El discurso de la derecha se radicalizó en parte por esta censura de la cancelación.

Aquí es donde ocurre una paradoja interesante pues el progresismo se convirtió en el estatus quo mientras la extrema derecha pasó a ser la subversiva y antisistema. Lo que atrae a las juventudes a líderes como Milei o Bukele son los componentes anti-establishment de sus discursos, consignas que históricamente había abanderado la izquierda. Las ideas de la ultraderecha se presentan entonces como insurrectas frente a la hegemonía de la izquierda y se manifiestan en una militancia activa en las calles de movimientos provida y profamilia.

Influencers

Un factor determinante para la popularidad de la extrema derecha es el uso efectivo de redes sociales para crear, diseminar y amplificar esta clase de discursos muchas veces propagados por desinformación. Aunado a esto, muchos magnates tecnológicos se han alineado a los intereses de esta ideología, ya sea por convicción propia como Elon Musk, o por intereses como es el caso de Mark Zuckerberg al eliminar los verificadores de información de Instagram y Facebook este 2025.

En Latinoamérica, han ganado popularidad influencers de derecha que critican al feminismo y al colectivo LGBTI. Estos creadores de contenido se viralizan a través de la polémica y el conflicto, utilizando títulos y una retórica confrontativa para atraer a millones de seguidores, especialmente a los jóvenes. Es usual ver titulares como “destrozando a feministas” o “humillo a zurdo”. No obstante, este enfoque genera comunidades digitales polarizadas, donde cualquier opinión contraria es rápidamente descalificada tachando a la persona de comunista, limitando así el debate constructivo.

A manera de conclusión, nos encontramos ante un escenario muy similar que el de hace casi cien años. Tras la gran depresión de 1929 se puso en tela de juicio el sistema capitalista, a su vez, había un miedo al comunismo y la revolución bolchevique. Ante tal panorama, el fascismo surge como reacción a la revolución rusa con un discurso populista y nacionalista posicionándose como la tercera vía frente al capitalismo y el comunismo.

Hoy, casi cien años después experimentamos otra crisis económica con la pandemia y con partidos de derecha e izquierda incapaces de hacerle frente a los problemas estructurales poniendo en tela de juicio la propia democracia liberal. Así es como nuevamente el péndulo de la historia se mueve a la extrema derecha, esta vez con un discurso anti-establishment y prometiendo soluciones simples. Tal como diría Mark Twain, “la historia no se repite, pero a menudo rima” y queda más que claro que por cada acción hay una reacción.

Bibliografía

Rodríguez, J. P. (2021). The politics of neoliberalism in Latin America: dynamics of resilience and contestation. Sociology Compass, 15(3). https://doi.org/10.1111/soc4.12854

Freeman, W. (2023, 2 de octubre). The Coming Crisis for Latin America’s Left-Wing Leaders. Americas Quarterly.  https://www.americasquarterly.org/article/the-coming-crisis-for-latin-americas-left-wing-leaders/

Diálogo Político. (2025, 27 enero).  Lo que dice el nuevo Latinobarómetro: resiliencia y contradicciones. https://dialogopolitico.org/agenda/latinobarometro-2024

Noticias ONU.(2024, 13 noviembre). En América Latina disminuye la pobreza pero no la desigualdad. ONU. https://news.un.org/es/story/2024/11/1534231

Morán, J. (2023). ¿Cómo cautiva a la juventud el neoconservadurismo? Rebeldía, formación e influencers de extrema derecha en Latinoamérica. Methaodos Revista https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/8918529.pdf

Laboratorio de Políticas de lo Inconsciente (LPI). 2024. El Laboratorio de Políticas de lo Inconsciente frente al auge de las derechas actuales. Un ensayo de politización por la izquierda. https://www.teocripsi.com/ojs/index.php/TCP/article/view/440/399

Velázquez, A. y Otero, J. Una ola reaccionaria recorre América Latina: radiografía de la extrema derecha en las asambleas legislativas latinoamericanas. Universidad de Salamanca. https://aecpa.es/files/view/pdf/congress-papers/17-0/3471/

Mariano José Mendoza Fiallos (El Salvador) es estudiante de la carrera de Comunicación Social en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). En 2021 ingresó al colectivo radiofónico “Frecuencia Libre” donde se le asignó la sección de política “Pan y Circo”. Es diplomado en Estrategias y Narrativas Políticas por la UCA de El Salvador. Facebook: Mariano Mendoza / Instagram: @mariano.mendoza.2002

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