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Elecciones México 2024. Después del tsunami, ¿qué?

Por Federico Irazabal

El pasado 2 de junio un tsunami azotó a la política mexicana. Si bien existía consenso a nivel de las principales encuestas y analistas acerca de un triunfo de Claudia Sheinbaum (Juntos hagamos historia) sobre Xóchitl Gálvez (Fuerza y corazón por México), no existía en general una previsión que fuese por un margen tan amplio.

Claudia Sheinbaum, candidata de la coalición que agrupó a Morena, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde (PVEM) terminó convirtiéndose en la primera mujer en alcanzar la presidencia de México en doscientos años, pero además en la candidata electa con el mayor número de votos en la historia del país. El resultado señala que la candidata morenista obtuvo cerca de 36 millones de votos, que representan un 59,75%, frente a 16 millones y medio de votos de su principal contendiente, representando un 27,45%.

Esa apabullante victoria extinguió rápidamente ese acto reflejo tan presente en la política mexicana, donde el perdedor de una elección no reconoce e impugna el triunfo de su rival. La contundencia de los números dejó a los integrantes de la alianza PAN – PRI – PRD absolutamente desconcertados, y sin posibilidad de reacción.

Pero esta elección no solamente resultaba clave para la continuidad del proyecto de gobierno iniciado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido como la Cuarta Transformación (4T), sino que uno de los objetivos electorales del oficialismo era alcanzar la mayoría calificada en el Poder Legislativo, hecho que habían logrado en Diputados en 2018 con el triunfo de AMLO en la presidencia, pero que perdieron en la siguiente elección de 2021.

Esta vez, a partir de un ejercicio de estrategia electoral denominado Plan C, la coalición encabezada por Morena ordenó la oferta electoral a la Cámara de Senadores de manera de maximizar los votos de los senadores electos por el principio de mayoría relativa, ganando en 29 de 32 entidades federativas, y logrando buenos desempeños a nivel de la primera minoría, generalmente obtenida por integrantes del PVEM. Como resultado de este ejercicio, Morena alcanzó la mayoría calificada en ambas cámaras, y dejó a sus opositores muy diezmados en términos de representación legislativa.

El control de la mayoría calificada en ambas Cámaras supone un triunfo adicional para Morena, una suerte de carambola a tres bandas, pues podrá impulsar algunas reformas constitucionales propuestas incluso durante este gobierno. Al existir una diferencia de un mes entre la fecha de asunción de las cámaras y la fecha de inicio del nuevo período presidencial, la actual administración de López Obrador contará con treinta días para impulsar algunas iniciativas que quedaron por el camino en este período.

Pero si el triunfo inapelable a nivel presidencial, sumado a la obtención de mayoría calificada en ambas cámaras no fuese suficiente para marcar una jornada histórica, la coalición liderada por Morena se alzó con el triunfo en siete de las nueve entidades federativas en las que se realizaron elecciones a gobernador, o jefe de gobierno en el caso de la Ciudad de México.

De las siete entidades donde Morena obtuvo el triunfo, retuvo el gobierno en seis de ellas (Puebla, Veracruz, Chiapas, Tabasco y Morelos), y sumó Yucatán, Estado gobernado por el PAN con muy buenos resultados. La alianza PAN – PRI – PRD mantuvo Guanajuato, y Movimiento Ciudadano conservó su bastión en Jalisco.

Así las cosas, al final de este período electoral que marca el primer sexenio competitivo para MORENA, este partido termina ejerciendo el gobierno en 24 de las 32 entidades federativas, cuando en 2018 apenas había ganado cuatro.

Máynez: si las redes votaran, otra sería su suerte

El resultado obtenido por Jorge Álvarez Máynez, candidato de Movimiento Ciudadano fue magro, aunque digno de destaque. Si bien un 10% de los votos en un contexto con mayoría calificada puede parecer poco significativo, la trayectoria del candidato del partido naranja es destacable, considerando que partió de un escenario difícil. Máynez tuvo la tarea de salir a cubrir la vacancia generada por Samuel García, gobernador de Nuevo León, quien renunció a sus aspiraciones al ver que le podían arrebatar el gobierno del Estado.

Montado en una fuerte campaña en medios digitales, Máynez (y su pegadizo jingle “presidente Máynez”) lograron rápidamente avanzar en el conocimiento y, en menor medida, en las preferencias del electorado. Pero como se sabe, los likes no son votos, y las reproducciones de Spotify parece que ahora tampoco. En un escenario con gusto a empate para MC, porque mantuvo Jalisco, conserva el mismo número de diputados, pero pierde unos dos senadores. Máynez representa ahora una figura incómoda para las aspiraciones presidenciales de Samuel García, o del Presidente Nacional de MC, Dante Delgado. Habrá que esperar qué definiciones toma, a pesar de que al haber perdido la elección queda sin ningún cargo.

Los temores del pasado

Si hay algo a lo que México no esté desacostumbrado es la hegemonía partidaria. El PRI gobernó este país por casi setenta años, en un clima de cuasi unanimidad. El tiempo y las presiones políticas fueron haciendo mella en un sistema que se descomponía, y en 1989 la oposición panista logró el triunfo en Baja California.

A partir de allí, el sistema de partidos mexicano, y especialmente el PRI comenzaron a vivir una etapa de cambios, que da una vuelta de 360 grados con este predominio casi absoluto de Morena.

Tal vez, la diferencia más significativa en este aparente retorno al viejo modo es la existencia de mayores garantías en los procesos electorales, y un sistema de medición de la opinión pública (que, aunque tiene casos impresentables, como el de Massive Caller, que hasta último momento daba un empate técnico entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez), es un poco más confiable que años atrás. Y si hay algo en lo que todas las encuestas coinciden es en los altos niveles de aprobación del presidente López Obrador.

A todo este escenario político podemos añadir el crecimiento que Morena viene experimentando en materia de incorporaciones de cuadros políticos de otros partidos. La llegada masiva de exfiguras tanto del PRI como del PAN a filas de la agrupación color guinda es de tal magnitud que, como ejemplo, se puede destacar la adhesión de Alejandra del Moral –quien fuera candidata a gobernadora del Estado de México por el PRI en junio de 2023– a la candidatura de Claudia Sheinbaum un par de semanas antes de las elecciones. Parece que nadie quiere quedar afuera de esta nueva maquinaria de poder llamada Morena, pero por el lado de la oposición no se vislumbra una pronta renovación, dado que sus dos principales líderes Alejandro Alito Moreno en el PRI, y Marko Cortés en el PAN continuarán dando la batalla desde sus recién ganadas bancas en el Senado.

El escenario para Claudia Sheinbaum presidenta

Comenzar un período presidencial siendo la primera mujer en alcanzar el máximo cargo, sumado a un resultado récord y una oposición diezmada, hace pensar que Claudia Sheinbaum tendrá por delante un camino sencillo.

Sin embargo, considero que tiene algunos desafíos por delante.

El primero de ellos es poder ejercer su cargo alejada de la sombra de AMLO. Tradicionalmente México, y sobre todo los gobiernos del PRI eran parricidas. Si bien el presidente saliente tenía el poder de elegir a su sucesor, sabía que este haría todo lo posible por desconocerlo, o incluso perseguirlo políticamente. Sin embargo, a pesar de que López Obrador definió en cierta forma quién lo sucedería, la hipótesis del parricidio no parece visible, ya que AMLO será un presidente saliente con niveles de popularidad y de aceptación nunca antes vistos. Conociendo también el carácter del tabasqueño, parece difícil pensar que efectivamente se va a quedar en su rancho, como afirmó durante la campaña.

Claudia tendrá el enorme desafío de mostrar capacidad de mando y resolución propias, y a la vez evitar la intromisión de un líder de carácter caudillesco que no parece que vaya a soltar el poder tan fácilmente.

Un segundo desafío es el de mantener la calma de los mercados. Si bien todo cambio de gobierno genera movimientos, el triunfo de Sheinbaum disparó el valor del dólar en aproximadamente 10%, y habrá que esperar algunas señales como la definición de su gabinete o el anuncio de sus primeras medidas para ver qué posición adoptarán los operadores económicos.

También dentro del área económica, el próximo gobierno deberá enfrentar un déficit fiscal de 5,9%, la mayor cifra histórica de las últimas cinco presidencias. El escenario de crecimiento del PBI tampoco se muestra muy auspicioso, dado que se prevé una disminución del actual 3,2 a 1,4 en 2025.

Con este escenario económico, habrá que ver cómo enfrenta la consolidación del segundo piso de la 4T, como se denominó a su proyecto de gobierno, el hacer frente a la inversión en programas sociales y de bienestar. El gobierno saliente tuvo en la asistencia a sectores vulnerables, como adultos mayores y madres jefas de hogar, uno de sus principales logros en materia de equidad y desarrollo. Algunas de esas inversiones sociales experimentaron aumentos de casi 200%, y habrá que mantenerlas en este período.

México es hoy uno de los países con mayores índices de violencia en el mundo. El flagelo del crimen organizado ha elevado el número de homicidios intencionales de105.661 durante el sexenio de Enrique Peña Nieto a 148.976 proyectados para el cierre de este gobierno. Son cada vez más los delitos reportados que implican el accionar de grupos delictivos cada vez más organizados, cada vez más violentos, y cada vez con mayor injerencia dentro de la política. Este nuevo gobierno deberá definir una estrategia de seguridad efectiva, en un escenario de creciente poder del crimen organizado.

Finalmente, y ya con un enfoque más externo, el gobierno de Claudia Sheinbaum deberá atender y enfrentar una crisis migratoria de crecimiento exponencial. A diario, miles de personas atraviesan la frontera sur para intentar cruzar el territorio mexicano para llegar a Estados Unidos. En el camino: extorsión, violencia, delincuencia y problemas de salud, afectan a migrantes de orígenes tan diversos como Centroamérica, el África Subsahariana y China. La resolución de esta problemática depende en buena medida del resultado de las elecciones estadounidenses de fin de año.

Pasado el fervor del triunfo, toca a la nueva administración comenzar una transición que promete ser fluida, pero que presenta desafíos complejos.

Federico Irazabal (Uruguay) es sociólogo; consultor en comunicación política; especialista en opinión pública, sistemas electorales y planificación de campañas. Consultor del programa Partidos Políticos y Democracia en América Latina (Konrad Adenauer Stiftung). Participó en procesos electorales y de capacitación en Uruguay, México, Chile y Panamá.

X: @fede_irazabal / Instagram: @fede_irazabal

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