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La grieta se cierra con marcos comunes

Por Ema Zelikovitch

Pensar en la construcción de las identidades más allá de los antagonismos, en la unión de las particularidades bajo un marco discursivo común, en la necesidad de abordar temas amplios, encontrar consensos y construir a partir de los acuerdos respetando y potenciando la diversidad.

La grieta

Grieta viene de crepare y crepta significa crujida. En base a este concepto podríamos pensar la grieta como la confrontación y la contradicción de intereses, como el conflicto de intereses, pero conflicto no entendido como pelea sino en un sentido más amplio, entendido como lo que surge de la discrepancia y el desacuerdo. Ahora bien, la grieta, que es esa confrontación y choque, ¿supone un quiebre radical, una división sin puntos en común, una ruptura sin retorno? Pensemos cómo mantenemos posturas divergentes sin que eso imposibilite el diálogo.

Dicotomía

Vivimos en un mundo dicotómico, nos cuesta mucho pensar más allá de la derecha y la izquierda, el mal y el bien, el sí y el no. La grieta, la polarización, simplifica la complejidad y “obliga”, de alguna manera, a elegir solamente entre dos opciones, posibilita ubicarnos en un solo lugar.

Sin embargo, la grieta no es una división radical e irreconciliable de las formas de percibir la realidad, y lo que conocemos como extremos se impregnan en los espacios intermedios, en el equilibrio, en la mezcolanza y en la diversidad.

Identidad

Estamos menos en las antípodas de lo que nos conviene, porque de hecho lo que sucede es que la grieta nos es funcional. Nos es funcional la ruptura con el otro para afirmar la identidad propia (en esto de ir al origen de los conceptos vale señalar que identidad significa “lo mismo”), para saciar la necesidad de pertenecer a un grupo. Es importante analizar cuál es el proceso de construcción de esas identidades y qué estamos dispuestos a hacer para con el otro, que no es tan distinto a nosotros, para sentirnos pertenecientes a un grupo.

Esto de la grieta y la polarización y el distanciamiento de posturas divergentes le hace flaco favor a la construcción colectiva desde las diferencias y las diversidades. La hegemonía del uno sobre el otro, de una identidad sobre las demás, responde a una lógica de unidad (cualidad de uno), a una lógica de loúnicoque no contempla la diversidad. No somos uno.

Entonces, ¿cómo reconstruimos desde la ruptura?, ¿cómo se construyen las identidades en un ecosistema cultural y político que es diverso sin anular al otro?

Nosotros y ellos

Aunque haya cercanía entre los participantes de los campos antagónicos en relación a diferentes tópicos del debate público y políticas públicas, los miembros de un grupo perciben una distancia muy grande respecto al otro grupo y hay una exageración de esa distancia en la percepción. La polarización es más afectiva que programática y la percepción de una distancia acentuada del propio grupo respecto del otro grupo se basa en el reforzamiento de la propia identidad. Esto favorece la proliferación de visiones estereotipadas del otro que confirman la “superioridad moral” del nosotros.

Marco común

La polarización se combate con marcos comunes, es decir, centrándonos en los temas amplios, en el paraguas común, en aquello que sí es compartido. Y tenemos, con aquellas personas con las que diferimos, mucho en común, también en política.

Encontrar un marco común no supone renunciar a la particularidad, a las diferentes perspectivas y visiones. Es compatible que existan diferentes perspectivas con tener amplitud de miras, pensar las perspectivas integradamente. Es urgente construir objetivos que permitan que los distintos actores puedan aportar desde sus perspectivas particulares. En el campo popular, por ejemplo, hay un relato común, un marco común definido y abarcativo. Lo vemos en la calle, lo vemos el 8M, lo vemos en las marchas universitarias.

Dentro de esos marcos tenemos que movernos y reforzarnos, no solo frente a otros marcos que concebimos destructivos. Ese movimiento y ese reforzamiento dentro de los marcos comunes que compartimos nos permite poner en marcha el hacer colectivo. coincidiendo en sentires comunes y haciendo con otros, es decir, haciendo colectivamente.

Hay acciones concretas que se llevan a cabo que son grandes constructoras de relato común dicho desde lugares distintos, narrado de distintas formas, pero dentro de esos marcos, de esos límites que nos permiten leer el mundo. Ese relato común parte de y contribuye a la construcción de una identidad que sea amplia. La identidad define cómo comprendemos, cómo nos explicamos lo que sucede. Es el encuadre de aquello sobre lo que podemos comprender. Los encuadres reducen, simplifican un mundo inconmensurable, sesgan, si se quiere, y eso no es negativo. El sesgo es el esquema que nos permite entender, es la base de nuestra comprensión. Constituye la relación que tenemos con la realidad.

Si logramos construir sólidos marcos lograremos construir sólidas y comunes interpretaciones de la realidad y eso es muy importante para la acción política. Pensemos bien qué batalla queremos dar, contra quién, y cuáles no. Pensemos cómo activar narrativas, marcos, unificadores (no únicos) y unificados bajo un relato común.

Distingamos los diálogos y las conversaciones públicas polarizantes y agrietantes de los diálogos que no lo son. La polarización, o la grieta, que es negativa porque tiene una connotación que nos remite a lo roto e irreparable, tiene un componente identitario y antiidentitario y muchas veces la identidad no es propia, es el resultado de la negación de otra identidad.

La tarea que tenemos de aquí en más es desarrollar la capacidad de apuntar a la construcción de marcos aglutinantes que permitan activar dentro de sí narrativas críticas y unificadoras que aporten a las acciones que son comunes y colectivas y que busquen, justamente, asentar determinados marcos de interpretación de la realidad.

Comunicación política

La comunicación política tiene todo que ver con estas cuestiones. La comunicación política es el campo de disputa de la hegemonía ideológica y cultural. Es la comunicación política la encargada de pensar la forma de construir el relato, de aglutinar particularidades y encontrar los puntos en común que hay en un campo diverso de realidades, intereses y necesidades.

Después de todo lo planteado no quisiera pensar la disputa como la batalla en la que uno vence sobre un otro. Creo que de eso se trata también feminizar la política: centrarse menos en derrocar al otro, centrarse menos en construir una identidad basada en la negación de otra identidad y centrarse más en reforzar lo propio. El feminismo propone derrocar al patriarcado haciendo algo mucho más potente que atacarlo, que es reforzándose, reforzando a las mujeres y personas trans construyendo ese relato común y prácticas que fueran propias y que no respondieran a las lógicas del patriarcado. Así se derroca al patriarcado.

El señalamiento del contrario es un momento necesario en la construcción de alternativas políticas, pero se agota rápidamente. Un señalamiento de los errores políticos de quien gobierna no es suficiente. El campo popular tiene que construir marcos de comprensión de la realidad estables y centrar el foco en potenciar las identidades diversas que apuntan a objetivos amplios y comunes.

Nota: Este texto fue escrito con aportes de Angélica Vitale, Natalia Aruguete, Manuel Levin, Iván Schuliaquer, Gabriel Vommaro y Silvio Waisbord.

Ema Zelikovitch (Jerusalén, Israel) es graduada en Filosofía y magister en Liderazgo Democrático y Comunicación Política por la Universidad Complutense de Madrid, España. Actualmente reside en Montevideo, donde se desempeña como comunicadora en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración y en la Universidad de la República y como Asistenta Técnica del Equipo de Comunicación de Gestión Humana de la Intendencia de Montevideo. Actualmente cursa la Diplomatura en Comunicación Política en la Universidad Austral de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.

Twitter: @EmaZel
Instagram: @EmaZel

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