Search
Close this search box.

Otis: la crisis y su tratamiento político

Por Elda Magaly Arroyo Macías

Los desastres naturales pueden generar situaciones críticas en donde las pérdidas humanas, así como los desplazamientos y daños severos en las infraestructuras son evidentes, por ello es que la atención debe ser inmediata y sin sesgos políticos.

Otis arrasó con Acapulco. En poco más de doce horas, el huracán categoría cinco sorprendió a todos, a unos más que a otros, pues sus efectos fueros devastadores. La fuerza del viento, así como la intensidad de la precipitación fue tal, que casi un millón de personas, la población que se estima habita el paradisíaco puerto del sur de México, lo perdió todo.

Las cifras oficiales señalan que Otis provocó la muerte de 49 personas y la desaparición de 26. En tanto, las pérdidas económicas se estiman en más de 15 mil millones de dólares, pues hogares, negocios e infraestructura en general, desaparecieron. Así de graves pueden ser las consecuencias relacionadas con los desastres naturales, pues estas crisis son súbitas y tangibles, por lo que su atención exige acciones inmediatas para mitigar los catastróficos daños.

Después del gran sismo que se registró en 1985, México avanzó muchísimo en la gestión y atención de desastres naturales, incluso es referente para algunos países, pues prácticamente cuenta con todas las herramientas para la prevención (a través del Centro Nacional de Prevención de Desastres); la reacción o el rescate de víctimas (mediante el Plan DN-III de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina); y la recuperación (con los planes generales de reconstrucción y apoyo a la población, implementados a partir de este gobierno) para este tipo de situaciones.

Técnicamente, gobierno y ciudadanía sabemos qué hacer ante un sismo o un huracán, durante años hemos acumulado experiencia y nos hemos recuperado, México tiene la habilidad de reconstruirse ante estos escenarios, sin embargo, el caso de Otis se percibe muy diferente y el factor determinante ha sido el tratamiento político.

El componente político

México tendrá elecciones presidenciales en 2024, la sucesión está a la vuelta de la esquina y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) buscará mantener el poder, mientras que el Frente Amplio por México (una coalición integrada por los partidos Acción Nacional, De la Revolución Democrática y Revolucionario Institucional) ofrece la alternancia.

Se supondría, o al menos así era hasta hace unos años, cuando en 2015, el huracán Patricia sacudió a México, que los desastres naturales implicaban una tregua en la guerra política, pues la prioridad era ayudar a las víctimas y mitigar los daños, sin embargo, en esta ocasión, la famosa “solidaridad” mexicana también fue arrasada por Otis, ya que detractores del presidente Andrés Manuel López Obrador acusaron una reacción tardía e insensible de las autoridades, mientras que el mandatario se enganchó en la discusión y terminó por añadir más fuerza a los vientos de denostaciones.

Desde aquel terrible 25 de octubre, el jefe del Estado Mexicano ha viajado cinco veces a Acapulco, sin embargo, el reclamo general radica en que no ha visitado todas las zonas afectadas, incluso, el argumento que da es para “no exponer la investidura presidencial”, pues asegura que sus adversarios pueden enviar “provocadores” al sitio. Oficialmente, el 9 de noviembre la emergencia terminó, pero al cierre de esta edición, los damnificados ahí siguen, sin techo y sin una ruta clara sobre cómo tendrán que retomar sus vidas.

James Lukaszewski, creador del modelo de gestión de crisis conocido como Objetivo de comunicación, señala que la atención debe ser de lo micro hacia lo macro, es decir, primero hablar e informar a las audiencias locales, pues son los afectados directamente. Estar cerca y mostrar empatía con aquellos que se han quedado sin hogar, transmitiendo un mensaje claro, que dé la certeza de que su gobierno trabaja para ellos, sin importar el sesgo político, es mucho más redituable en la gestión, que simplemente poner distancia para proteger la “investidura presidencial”.

Durante las campañas electorales, los aspirantes a espacios de elección popular saben que la cercanía con los votantes es fundamental, las imágenes de los candidatos alzando bebés, abrazando mujeres y compartiendo en los escenarios más humildes son ya un lugar común, que pareciera se olvida cuando se asume el cargo.

Minimizar la amenaza es uno de los errores más grandes que se puede tener al gestionar y comunicar una situación crítica, pues precisamente, una visión objetiva, en la que se comprenden las consecuencias, es la que permite tomar decisiones de manera oportuna, lo dice el mismo Lukaszewski, “hay que tomar decisiones sólidas y razonables”, incluso “la rapidez es fundamental, la primera hora es esencial”.

El 8 de noviembre, durante la rueda de prensa matutina de López Obrador, la declaración fue sorpresiva, pues mientras daba un parte informativo sobre la reconstrucción explicó que estuvo pendiente de la situación y por ello, a las 20:25 horas del 24 de octubre publicó un mensaje en donde advertía que Otis ya era categoría cinco y que tocaría tierra entre las 4 y las 5 de la madrugada, sin embargo, agregó que “cuando estaba escribiendo esto pensé en decir viene cañón, pero dije no, con esto basta”.

La insistencia en que todas las críticas que se generaron sobre la actuación del Gobierno son parte de las acciones en su contra, contrastan con las reiteradas ocasiones en que el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (National Hurricane Center, NHC, por sus siglas en inglés) advirtió sobre la peligrosidad de Otis.

Es verdad, el NHC desde el 23 de octubre informó que Otis tenía un comportamiento irregular y que, ante su fuerza, la población debía extremar precauciones, el NHC hizo lo correcto, comunicó la gravedad, pero la población en riesgo se encontraba en México y por ello es que el mensaje institucional debía ser mucho más contundente, haciendo énfasis en la gravedad de la situación para tener tiempo y actuar.

Pero los hubieras no existen y mucho menos cuando hay que actuar durante una crisis, las críticas no solo están dirigidas hacia el gobierno federal, también se han hecho hacia la administración estatal y municipal, pues las respuestas fueron tardías, a pesar de que se cuenta con la experiencia para actuar en situaciones como estas.

Elda Magaly Arroyo Macías (México) es licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara y maestrante en Administración Pública. Periodista y comunicadora especializada en Seguridad, Gestión y Atención de Crisis. Trabajó para Milenio Diario, Notisistema y Eastern Group de Los Ángeles, California, entre otros. Cuenta con formación policial, diplomada en seguridad ciudadana. Actualmente es directora de Comunicación de la Secretaría de Seguridad del Estado de Jalisco, en México. X: @elda_arroyo | Ig: @eldaarroyo

Compartir
Facebook
Twitter
LinkedIn
lo último

Mapa electoral

En un año en donde más de la mitad de la población del mundo está convocada a votar en distintos