Por Francisco Córdova Echeverría
La trágica muerte del expresidente chileno, Sebastián Piñera Echeñique, quien a los 74 años de edad se accidentó y murió pilotando su helicóptero en el lago Ranco, al sur de Chile, concentra condolencias y mensajes de solidaridad como así también provoca discursos y performances en todo el universo político, lo que hace preguntar y pensar en qué será de su figura política a partir de ahora.
Su carrera como dirigente corre de la mano con su éxito económico durante la dictadura de Augusto Pinochet y posterior retorno de la democracia. Escándalos como los del Banco de Talca[1] en donde fue declarado reo y luego “perdonado”, según confesión televisiva de quien fuera la ministra de justicia de la dictadura, Mónica Madariaga[2], o la compra de “empresas zombis” para eludir millones de dólares en impuestos[3], no lograron hacer mayor daño a su figura política, tanto así que fue electo dos veces como presidente de Chile (2010 – 2014 y 2018 – 2022) logrando ordenar en tales ocasiones la díscola variedad de partidos y fuerzas de derecha.
En su gestión durante el primer período destacan, aparte de la impronta tecnocrática que se dispuso a instalar, la reconstrucción de varias regiones del país luego del terremoto de 2010 y el rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José, lo que contrasta con su segunda gestión en la cual alcanza la más baja popularidad presidencial de la historia de país desde 1990, que se expresa en el estallido social de octubre de 2019.
El gobierno de Gabriel Boric frente al trágico deceso de Piñera, más allá de las formalidades obligatorias del mecanismo institucional funerario, desarrolló una comunicación desde La Moneda con discursos, decisiones extraprotocolares y gestos que no solo se apegaron a lo que podríamos llamar “las buenas costumbres” de la política chilena, sino que claramente hubo intención de dejar atrás el aviso de advertencia del otrora candidato a la presidencia Boric (2021), al expresidente Piñera, sobre la persecución que se le venía encima por los delitos de lesa humanidad en su segundo gobierno[4]. En Chile a los muertos y aún más a un exmandatario recién fallecido, se le respeta con intensa condescendencia para cuidar el protocolo, las formas y las reglas de un país que mayoritariamente gusta de una pomposa cortesía y bondadosos actos en momentos de tragedias. El discurso debe ser en los espacios comunes, de la empatía respetuosa habitual de nuestra cultura fúnebre popular. Ahora bien, algunos llegaron hasta el sobregiro del discurso, para levantar algo así como una canonización política del expresidente, llagándole a llamar el “da Vinci Chileno”, entre otras categorías virtuosas que hoy se le expresan y con no poco cariño y fervor popular.
Como todo ser humano, Piñera poseía sus contracaras. Bajo su segundo gobierno se realizaron, sino sistemáticas, al menos repetitivas y extendidas violaciones a los Derechos Humanos durante las semanas de protestas en el llamado “estallido social” en Chile, esto según varios organismos de DDHH como es el caso del informe presentado por Amnistía Internacional[5]. Mientras, por la otra orilla, organizaciones por la diversidad sexual como Fundación Iguales y Movilh, agradecieron por redes sociales a Sebastián Piñera –una vez enterados de su muerte– el apoyo brindado a sus demandas, cuestión que le costó no poca tensión con su propio sector mientras gobernaba. En suma y resta, su posicionamiento en la memoria de la gran audiencia quedará, con mucha ayuda del oligopolio de medios nacionales, como alguien que dio todo por su país, un demócrata, un hombre de familia, un gran amigo, que además era un empresario exitoso, conocido eso sí por su “viveza”, por el “si pasa, pasa” como se dice en el Río de la Plata.
Todo es una oportunidad política o de negocios, Piñera lo sabía, sus cercanos lo describen enérgico y competitivo. Y con ello a cuestas su figura hoy ha permitido que aparezcan nuevamente los llamados a la unidad del país y al diálogo de los grandes consensos como fue en los 90. Piñera, convertido hoy en el gran demócrata de la derecha de los últimos cuarenta años, articula en estos días bajo su memoria una amplia unidad de “la política”, mandando al camarín el clima polarizado que vive Chile, el fair play reina por hoy, y ya veremos cuánto se sostiene. Incluso, se dio para espacios de pedir perdón, cosa habitual en el presidente Boric debo decir, pues este reconoce en su discurso durante la misa, que se excedieron como oposición en las acusaciones que le realizaron durante el estallido social. Quizás, la conciencia del presidente quedó más libre del algún peso, pero no fue indiferente aquel “perdonazo histórico” para las bases de los partidos de izquierdas y movimientos sociales que aún reclaman justicia y reparación.
Algo que ayuda a que el expresidente Piñera se cristalice como una referencia simbólica de una derecha democrática, es que no solo votó por el NO en el plebiscito de 1988, yendo en contra de la continuidad de la dictadura de Pinochet, sino que en torno a su figura se ha levantado el relato de haber evitado más violencia para el estallido social, pues se cuenta que no cayó ante las presiones autoritarias que desde el interior de su propia coalición, pedían un actuar más violento por parte del ejército contra los manifestantes en las calles y plazas de todo el país, aunque su frase por cadena nacional: “estamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable que no le teme a nada ni a nadie”, hace ruido con su hoy magno talante democrático. Insisto, son muy intensas e interesantes sus contradicciones, que de alguna manera lo llevaron a lo más alto de los negocios financieros como de la política.
Así, en el actual contexto donde lo iliberal se ha globalizado, donde la democracia representativa se debilita frente al auge de derechas extremas que tienen múltiples expresiones en todo el globo (sino ver las marchas antifascistas en Alemania), Piñera se alza mediáticamente como un tótem del consenso democrático. En tanto hoy el populismo se desplaza hacia proyectos y gobiernos de derecha y se crean nuevas fronteras discursivas que establecen los nuevos amigos y enemigos, en donde cada quien construye su pueblo versus élite con las herramientas del lenguaje y la mediación, Piñera representa una época de consensos institucionales (lo que no quiere decir que sean amplia y profundamente democráticos) dentro un entramado político y empresarial que por relaciones endogámicas, económicas y/o ideológicas, sabía llegar a acuerdos como élite y dar aquello que tanto se valora en las sociedades de mercado, la estabilidad de las políticas económicas. Piñera no puede vincularse en un meme con Bolsonaro, Bukele o Milei, pero sí con Macri, Iván Duque o Dina Boluarte en último caso. El expresidente Piñera no ejercía la actual moda antipolítica (efectiva en lo electoral, un desastre para gobernar) o del populismo penal (aunque la “mano dura” era parte de su discurso constantemente), y menos de criticar y debilitar las instituciones tradicionales, que en el caso chileno son instituciones para una economía y cultura neoliberal, por lo cual mucho sentido no tendría en atacarla.
Piñera dijo en una entrevista que “nadie es moneda de oro para caerle bien a todo el mundo”, asumiendo que sus formas también crean oposiciones, incluso el disgusto y la confrontación de muchos. Aun así, su muerte, en el actual contexto nacional, latinoamericano y global, quizás vaya tomando (le vayan agregando) cada vez más atributos que se querrán conservar frente a las amenazas que hoy se ciernen sobre la democracia, pues mientras más se polarice hacia los autoritarismos populistas el actual contexto político, más al centro y demócrata será la figura de Sebastián Piñera, lo que es algo que hasta hoy carecía la derecha chilena, lo que les ayudará a sostener y conservar discursivamente una democracia y orden socioeconómico que les ha traído jugosos privilegios.
Francisco Córdova Echeverría (Chile) es magíster en dirección y liderazgo para la gestión educativa. Diplomado en Filosofía, Sociedad y Cultura. Cirujano Dentista de la Universidad de Concepción. Actualmente estudiante de Ciencia Política y Sociología en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Ayudante en cátedras de Comunicación Política en facultades de Ciencia Política y Comunicación Social. Ha sido dirigente social y político en Chile.
X: @FCordovaE
Instagram: @depresivoOptimista
[1] https://interferencia.cl/articulos/la-bochornosa-historia-de-pinera-infinco-y-el-grupo-del-banco-de-talca
[2] https://www.youtube.com/watch?v=CTLUIDsdNDM
[3] https://www.ciperchile.cl/2017/03/17/las-empresas-zombis-que-compro-pinera-para-ahorrar-millones-en-impuestos/
[4] https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2021/06/23/senor-pinera-esta-avisado-boric-advierte-al-presidente-por-violaciones-de-derechos-humanos.shtml
[5] Descargar Informe: https://media-front.elmostrador.cl/2022/03/WEBPOL1048702022SPANISH-1.pdf