Por Dileyka Lisette Rodríguez
La comunicación, durante muchos años, jugó niveles de importancia desde la evolución hasta las transformaciones sociales. Algunos autores como Harold Lasswell, en su en su libro Estructura y función de comunicación de masas, destacaba la funcionabilidad de esta como herramienta en el profundo análisis del comportamiento humano y una adecuada perspectiva de la vida en todos sus niveles.
Lasswell analizó un modelo básico de cinco preguntas que facilitarían el entendimiento entre emisor y receptor. Durante muchas generaciones la comunicación se estructuró sobre estas categorías y se orientaron todas en definir canales, mensajes y efectos. Sin embargo, ¿sigue la comunicación estas estructuras o su evolución nos permitió acceder a nuevos elementos aún más relevantes?
Para entender la comunicación debemos ir más allá del mismo concepto, ¿es informar comunicar o comunicar informar? ¿Es el perceptor una evolución del receptor? ¿Cómo las masas se convirtieron en audiencias o serán las audiencias disfraces de masas puntualmente informadas?
Definir estas y otras interrogantes es adentrarnos en las terminologías y como estas se adaptan a una nueva generación con tendencias, gustos y características diferentes. Una sociedad que consume la comunicación como un producto y no como un derecho.
En ese análisis de todos los términos iniciaremos con la información. Diversos autores manifiestan que se trata de un conjunto de datos que resuelve incertidumbres, aumentando los conocimientos y permitiendo la toma de decisiones. Uno de los datos más curiosos al investigar el concepto es que los autores más antiguos lo relacionan con la búsqueda del saber, mientras que los más modernos no dejan de verlo como una herramienta entre el interés, la atracción, el deseo y la acción, modelo AIDA puntos claves del consumismo, tendencia que se logra mediante la proyección enfocada de datos que orienten en la toma de decisiones previamente planificadas, estudiadas y puestas en estantes mercantiles bajo el término de “información”.
La realidad concreta es que la información no se consume sin una adecuada comunicación y es allí donde encontramos su notable diferencia, informar es procesar datos, comunicar es procesar emociones, ideas e interpretaciones, es en este punto donde el receptor deja de ser un acumulador de datos y se convierte en un retroalimentar (feedback) perceptor 2.0.
Paulo Freire en su libro Pedagogía del oprimidoanaliza la percepción desde lo cotidiano, planteando al sujeto como un ser que se redescubre en un mundo expresado por su comportamiento y lo que lo rodea. Cito a este autor porque para entender la comunicación actual debemos entender la pedagogía de los nuevos modelos de opresión. Un sujeto formado en nuevos métodos de generación de opinión pública, bombardeado o estimulado a diario con información procesada y adaptada a las recientes tendencias comunicativas, sigue siendo un sujeto oprimido que considera su poder de expresión en el resultado de contextos vividos, cuando la realidad es que la mayoría de los escenarios son creados y manipulados por quien domina la comunicación.
¿Y por qué el sujeto que ahora se considera dueño de sus palabras y con la facilidad de expresar ideas en pocos clics sigue siendo un oprimido? Porque sencillamente toda su realidad es el resultado de interpretaciones emocionales y muy poco racionales, estas expresiones emocionales se fabricaron analizando los comportamientos psicográficos, psicología de colores, neuromarketing, decodificaciones de mensajes y mayores implementaciones semióticas, siendo la gramática visual su mayor aliado y los tan mencionados inlfuencers sus mayores soldados. Quiero destacar que este último término, “influencer”, fue implementado antes de la aparición de las redes sociales y pertenecía a uno de los cinco roles del proceso de consumo.
Se debe entender la comunicación como el enfoque principal en los procesos de transformación social y no como una secretaría o herramienta en coyunturas específicas. El reconocer los recientes cambios en la forma de hacer comunicación es también reconocer que no podemos seguir implementando modelos antiguos, caducados y que hasta el momento no tienen resultados.
La comunicación tiene que ser cualitativa y cuantitativamente medible. Las improvisaciones constantes frente a un gigante que cumple al pie de las letras la planificación y creación previa de contenidos, solo nos dejará en el peor de los escenarios y nos seguirá ubicando como meros espectadores.
Seguir justificando nuestras carencias bajo el pretexto de pocos recursos, falta de formación, desconocimiento de nuevas herramientas digitales, o resistencia a nuevas tendencias y códigos del mensaje, es y será lo que nos mantendrá estancados en viejas prácticas. Y aunque entendemos que el poder económico garantizará la alineación del pensamiento, es nuestra responsabilidad reconocer las evoluciones, hacer una pausa y meditar… Informar o comunicar ¿Cómo enfrentamos a los followers del opresor?
Dileyka Lisette Rodríguez (Panamá) es egresada de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad de Panamá y de la especialización en Comunicación Social y Publicidad de la Universidad de Medellín. Adqurió en el 2021 su Docencia Superior. Cuenta con estudios en Locución para radio, cine y televisión en la Universidad Panamericana. Docente del Canadian Technical Institute y asesora en materia de comunicación de diversos sindicatos y movimientos sociales de Panamá. Instagram: @dileykar