Liderazgo político: Los desafíos ante la complejidad social y electoral

Por Francisco Córdova Echeverría

Grandes y aceleradas transformaciones sufren actualmente las sociedades, lo que pone a prueba la flexibilidad de la política en general. La capacidad de los liderazgos políticos de comprender los elementos centrales de los cambios y adaptarse a ellos marcará la diferencia en la competencia por el poder y las transformaciones o conservaciones culturales y económicas.

Las formas de hacer campaña política, planificar sus estrategias y tácticas van en correlación a las transformaciones culturales de los pueblos. Las campañas son situadas, pertenecen a un tiempo y lugar, especialmente a su espíritu de época, responden a él. El dinamismo es la norma, y la aceleración es su realidad actual. Misma situación, claramente, sufren las y los actores políticos, y con peores consecuencias de no lograr ajustarse.

La construcción y el sostén del poder, la gobernabilidad y responder a las necesidades vitales y deseos de la población, conllevan una demanda adaptativa por parte de todos los agentes políticos, las instituciones y en especial de quienes ejercen liderazgo en las estructuras de poder. Comprender y conducir los cambios cada vez más acelerados requiere de mucho talento y preparación.

Entonces cabe preguntarse en ese marco, ¿cuáles son los mayores cambios que podemos observar en nuestros tiempos, que causan transformaciones adaptativas en aquello llamado liderazgo político?

Haciendo el ejercicio de abarcar en parte la respuesta a esa pregunta, abordaré algunos de esos cambios para finalizar con un puñado de desafíos que tenemos por delante, si es que pretendemos adaptarnos a las formas que exige esa verdad efectiva de la política de la que hablaba Maquiavelo, que en palabras de Sebastián Torres: “(…) actuar acorde con los tiempos no dependerá de la extraordinaria prudencia de uno, como en un principado, sino de la manera en que sus instituciones logren contener en sus formas y en sus actos la contingencia propia del mundo plural y conflictivo (…)”.[1]

Sin duda las transformaciones en la mediación digital de la experiencia humana, la “plataformización” de la vida, es uno de esos mayores cambios que estamos experimentando y que, sin duda, han afectado la manera de desarrollar el liderazgo político.

No es labor de esta reflexión profundizar en los resortes del funcionamiento de las redes sociales y de internet en general, y tampoco su extensión nos permite abordar los debates filosóficos y tecnopolíticos que provoca, es más importante poner algunos énfasis en juego.

El primero de ellos es la instantaneidad de la información, todo es en tiempo real, lo que lleva de la mano la fugacidad de los contenidos, su pronto vencimiento.

El segundo es la gubernamentalidad algorítmica, aquella forma de predicción y/o sugestión de conductas ya sean de consumo o de elección electoral, que funciona como poder en tanto participa en la razón de las decisiones, sin que su incorporación y consecuencias puedan ser percibidas conscientemente a buenas y primeras por las personas. Esto es posible debido a la aparición de las inteligencias artificiales profundas, capaces no solo de procesar enormes volúmenes de datos según su programación (los algoritmos), sino de aprender en base a su experiencia.

Lo tercero, las nuevas mediaciones de comunicación mediante redes sociales y la aparición de la “extimidad”, concepto acuñado por la socióloga Paula Sibilia[2], antagónico al de intimidad, que hace referencia a un espectáculo del yo, expresión de una consciencia bibliográfica de la propia vida[3] plasmada en las publicaciones de la esfera privada en las redes sociales.

Cuarto fenómeno a destacar, la amplificación de las posverdades y las noticias falsas a niveles superlativos de sus posibilidades, debido a la generación mimética de las voces y cuerpos reales en diseños artificiales hecho por programas computacionales, que para muchas personas pueden parecer indistinguibles una de otra.

Por último, la relación entre la aparición de los llamados “nuevos movimiento sociales” (que entrando el siglo XXI toman total protagonismo de las luchas por derechos civiles y de reconocimiento) con el desarrollo de las nuevas mediaciones digitales y el abanico de cambios que esto trajo.

Otro punto de cambios en la formas de comprender y desarrollar liderazgo político es la actual crisis de la democracia liberal representativa frente al reflorecimiento de las extremas derechas con liderazgos antipolíticos, electoralmente competitivas y con no pocos triunfos (lo que demuestra que genera consenso dentro de la población), a lo que se le suma, en tanto parte del mismo problema, el debilitamiento de las instituciones políticas, como son los casos de los partidos o los parlamentos, los cuales sostienen un poder formal, en muchos casos, pero con muy poca densidad sustantiva, en relación a su real representación y prácticas.

Por otra parte, están las transformaciones de los sujetos políticos que se expresan en los movimientos sociales, de aquellas y aquellos que son activamente políticos pero que no pertenecen a un partido, sino al contrario, mantienen distancias con estos. Es aquella matriz autonomista que describiera Maristella Svampa[4] que, además, en relación a las nuevas mediaciones digitales entendidos como los “movimientos en red” de Castells[5], tiene componentes particulares que coinciden con las características del “alteractivista” de Pleyers: personas que priorizan la coherencia entre medios y fines, que se enfocan en crear y vivir alternativas al presente, rechazan la política institucional tradicional, presentan una ética del aquí y ahora y que buscan una nueva construcción de subjetividades y cultura política, produciendo nuevas identidades y formas de relación social.

El último elemento que tomaré como ejemplos de cambios radicales, están los nuevos ordenamientos de las hegemonías planetarias. La globalización financiera iniciada en la década del 90 del siglo pasado, trae en estos momentos un reflujo proteccionista ante ese mercado libre y globalista. EEUU bajo la presidencia de Trump borra con el codo, décadas de integración mundial de los grades capitales, escritas con la mano de los gobiernos anteriores. China por su parte, con su economía abierta al mundo, pero planificada centralmente y con una movilidad social “con techo”, pero no por ello miserable[6], rompe el sello tabú de que otras formas de democracia con otros modelos de desarrollo son posibles y efectivos.

Entonces, para hacer una síntesis de lo dicho, tenemos una revolución tecnodigital, una situación crítica de señales de debilitamiento de la democracia liberal representativa en occidente, transformaciones en los sujetos políticos sociales y una nueva disputa global de hegemonías económicas con paradigmas ideológicos diferentes. Y con esto pregunto ¿Las formas de entender el liderazgo político propias del siglo XX permiten dar respuestas adaptativas frente a estos cambios acelerados?

La lista es extensa si hablamos de tipos de liderazgo: autoritario/vertical, transaccional, democrático, situacional, empático, carismático, ético, transformador etc. Sin duda todas estas conceptualizaciones sobre el liderazgo, que en términos simples es: poder atraer y conducir legítimamente las energías y recursos de otras personas para la realización de un objetivo o cumplimiento de una meta, son útiles analíticamente, pero como son tipos ideales en términos weberianos, debemos entenderlos solo como referencias, más no como fórmulas, como recetas. El desafío está en repensar, con complejidad, el liderazgo político en sus nuevos contextos.

Frente a este escenario complejo, lo que parece estar en disputa no es solo el tipo de liderazgo político necesario, sino también el propio sentido de la política en un mundo atravesado por lógicas algorítmicas, crisis de representación, nuevas formas de subjetividad y una geopolítica en transición. La figura del líder ya no puede pensarse únicamente en términos de atributos personales o capacidades estratégicas, sino que debe entenderse dentro de un entramado de relaciones sociales, tecnológicas, culturales y simbólicas que le otorgan o niegan legitimidad.

En este contexto, el liderazgo político exige una doble sensibilidad: hacia el cambio estructural (global y sistémico), y hacia el malestar subjetivo que este cambio produce. Ya no basta con saber interpretar encuestas o construir mensajes eficaces, se requiere también una lectura fina del clima emocional y afectivo de las sociedades, de sus miedos, esperanzas y contradicciones. El/la líder político/a del presente —y del futuro inmediato— deberá ser capaz de integrar tecnología, ética y comunicación, pero también convicción, escucha activa y pensamiento estratégico, sin perder de vista que su acción se inserta en un escenario cada vez más volátil y plural.

El desafío mayor no consiste solo en adaptarse al cambio, sino en conducirlo con responsabilidad democrática. Por eso, quizá el nuevo liderazgo político no deba parecerse al conductor iluminado del siglo XX, sino más bien a una figura que sepa articular inteligencias colectivas, reconocer la potencia de lo común y encarnar formas de poder menos verticales y más porosas. Liderar hoy es, sobre todo, saber leer los signos de una época que está cambiando a toda velocidad.

Francisco Córdova Echeverría (Chile) es magíster en dirección y liderazgo para la gestión educativa. Diplomado en Filosofía, Sociedad y Cultura. Cirujano Dentista de la Universidad de Concepción. Actualmente estudiante de Ciencia Política y Sociología en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Ayudante en cátedras de Comunicación Política en facultades de Ciencia Política y Comunicación Social. Ha sido dirigente social y político en Chile. X: @FCordovaE / Instagram: @cordovaestrategia


[1] Torres, Sebastián. Maquiavelo: una introducción. 1ra Ed. 2015

[2] Sibilia, Paula (2005). El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales.

[3] Meccia, Ernesto (2020). Biografías y Sociedad. Métodos y perspectivas.

[4] Svampa, Maristella (2008). Movimientos Sociales, matrices socio-políticas y nuevos escenarios en América Latina. Link https://maristellasvampa.net/wp-content/uploads/2022/05/articulo-sobre-AL-vd.pdf

[5] Castells, Manuel (2012). Redes de indignación y esperanza: los movimientos sociales en la era de Internet.

[6] La ‘Forbes china’ aumenta los mil millonarios del país en 2024 tras la bajada de 2023 https://www.swissinfo.ch/spa/la-forbes-china-aumenta-los-mil-millonarios-del-pa%C3%ADs-en-2024-tras-la-bajada-de-2023/89071858

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