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México 2022: triunfos y sinsabores para todos

Por Federico Irazabal

El pasado 5 de junio México vivió el penúltimo proceso electoral previo a la jornada del 2 de junio de 2024, donde además del Presidente de la República se renovará la totalidad del Poder Legislativo, se elegirán gobernadores en nueve estados, más la jefatura de la ciudad de México y 1580 presidencias municipales en las 32 entidades federativas. En 2023 quedan pendientes las elecciones a gobernador de Coahuila, y del Estado de México, la mayor circunscripción electoral del país. 

Los resultados del reciente proceso electoral no trajeron grandes sorpresas a nivel general, pero ambos bloques en los que está dividido el país los interpretaron según su mejor conveniencia. De las seis gubernaturas en disputa (Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas), cuatro fueron para la coalición encabezada por Morena, mientras que en Aguascalientes y Durango se impusieron candidatos impulsados por la Alianza Va x México (PAN-PRI-PRD). Si bien en los últimos días la narrativa del oficialismo intentó instalar la idea de triunfo en la totalidad de los estados en competencia, los resultados de las encuestas mostraban un triunfo seguro de Morena en Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, certeza de victoria para la Alianza en Aguascalientes, y Durango y Tamaulipas como disputados, aunque con ventaja para Morena en Tamaulipas. 

Simbólica y numéricamente, el resultado deja aspectos positivos y negativos para ambos bloques. Para el oficialismo, se consolida la hegemonía que comenzara en 2018, con la llegada al poder de Morena y su posterior triunfo en sucesivos procesos estatales, que lo ponen al día de hoy gobernando en coalición o en solitario en 21 de las 32 entidades federativas, que contienen cerca del 60% de la población mexicana. Aunque el triunfo fue aplastante en Hidalgo (62%), Oaxaca (60%) y Quintana Roo (57%), el común denominador en todos los estados fue el abstencionismo, con una media de 54% (aunque en estados como Oaxaca y Quintana Roo rondó el 60%). Respecto del proceso electoral de 2016 en estos estados, la participación disminuyó, en promedio, diez puntos porcentuales. Esto deja gobernadores con escasa representatividad, y una ciudadanía que refleja un mayor desinterés y decepción con la política, lo cual no parece bueno de cara a un proceso electoral presidencial donde Andrés Manuel López Obrador pretende dejar aseguradas las bases de su denominada Cuarta Transformación, aunque todavía sin definir claramente quién sería su sucesor en 2024.

Del lado de la oposición se utilizó el triunfo en Aguascalientes y Durango, sumado a la reciente baja participación en la propuesta de revocación de mandato impulsada desde la Presidencia y el fracaso a la iniciativa de juicio a los expresidentes como una muestra de poder plantarle cara a Morena. Sin embargo, la porfiada realidad muestra que desde 2018 los partidos integrantes de la Alianza (PAN, PRI y PRD) han perdido el control del gobierno en 21 estados, y los pronósticos no son demasiado halagüeños para 2023, donde se disputarán Coahuila y el Estado de México, los dos últimos bastiones donde gobierna el PRI, partido símbolo de gobierno en la historia reciente. 

Pensando ya en 2024, la Alianza enfrenta otros dilemas, entre los que se encuentra nada menos que su continuidad, o la incorporación de Movimiento Ciudadano, que podría incrementar el caudal electoral y volver la contienda de 2024 realmente competitiva. 

En paralelo al proceso electoral reciente, una de las estrategias para consolidar la hegemonía morenista ha sido la de apuntar directamente contra la dirigencia de los partidos de oposición, incluso por parte del presidente, quien aprovecha la oportunidad que le dan sus célebres “mañaneras”, donde se despacha a piacere sobre los temas más diversos. Sus más recientes objetivos de cara al proceso 2024 han sido Ricardo Anaya (candidato del PAN a quien derrotó en 2018, y que aparece como uno de los aspirantes a contender por la Alianza en 2024), y Alejandro Moreno Cárdenas, Presidente del PRI, y otro de los probables aspirantes de la Alianza para los comicios presidenciales. A partir de la utilización de diferentes denuncias vinculadas a presuntos casos de corrupción, el presidente y otros integrantes del gobierno han buscado allanar el camino, pretendiendo eliminar competidores, jugando en la arena propia, pero metiendo mano de manera más o menos directa en las posibilidades que la oposición pueda presentar en 2024. 

Una eventual incorporación a la Alianza, o la definición de algunas figuras dentro de Movimiento Ciudadano para disputar la presidencia en 2024 abrirían un nuevo frente de batalla para el gobierno y sus aliados, en su necesidad de despejar el escenario para asegurar el triunfo. Eso, sin todavía mencionar la disputa por la sucesión de AMLO en el movimiento, que como todo enfrentamiento interno, suele ser despiadado, y puede ocasionar pérdida de votos por el surgimiento de candidaturas independientes o pases a otros partidos. 

En su camino a repetir el resultado de 2018, Morena avanzó un peldaño que le permite acrecentar su confianza de triunfo en las etapas venideras. Pero como dice el refrán, la confianza no es buena consejera.

Federico Irazabal (Uruguay) es sociólogo; consultor en comunicación política; especialista en opinión pública, sistemas electorales y planificación de campañas. Consultor del programa Partidos Políticos y Democracia en América Latina (Konrad Adenauer Stiftung). Participó en procesos electorales y de capacitación en Uruguay, México, Chile y Panamá.
Twitter: @fede_irazabal
Instagram: @fede_irazabal

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