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Algunas claves de la seducción autoritaria en América Latina

Algo está ocurriendo: en muchas democracias maduras se da un estallido de sentimientos “antiestablishment”, “antiélite”, populistas. Después de casi un siglo en que los mismos partidos de siempre dominaron la política democrática, nuevos partidos surgen como hongos después de la lluvia, mientras que el apoyo a los tradicionales se debilita. En muchos países, la participación electoral decae hasta llegar a niveles sin precedentes históricos. La confianza en los políticos, los partidos, los órganos parlamentarios y los gobiernos está disminuyendo.

Adam Przeworski, Las crisis de la democracia.

Por Dominique Rumeau y Linng Cardozo

Los números son claros y las tendencias también: hay un decaimiento de las simpatías democráticas y una seducción de las versiones populistas y autoritarias en el marco de democracias representativas. Los últimos informes de Latinobarómetro son elocuentes en cuanto al deterioro del debate público y vulnerabilidades de la democracia. 

Entre 1995 y 2023, es decir en un lapso de aproximadamente veinte años, asistimos a una caída del apoyo a la democracia de diez puntos porcentuales, donde actualmente el 48% de los latinoamericanos prefieren la democracia a cualquier otro tipo de forma de gobierno. El 2023 muestra un pico de indiferencia, en el que al 28% de los latinoamericanos les da lo mismo el tipo de régimen que les gobierne. Ello, es a su vez coherente con los datos que muestran que aproximadamente 70% de la población de Latinoamérica no está satisfecha con la democracia, mientras solo un 25% afirma estar satisfecho o muy satisfecho. En Uruguay, el 41% de los uruguayos sostiene que no le importaría que un gobierno no democrático llegara al poder si resuelve los problemas, aunque el 74% de las personas sostienen que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno. Este dato lo despega del resto de América Latina. Estos problemas, según informes de Latinobarómetro (2022 y 2023), están vinculados para toda América Latina, a la vulneración de los derechos sociales y económicos: la distribución de la riqueza, la oportunidad de conseguir trabajo, y la seguridad social. Es decir, fundamentalmente con aquellos derechos económicos y sociales que proveen al individuo algunas bases importantes de su seguridad ontológica. Esto no es llamativo en un mundo donde de acuerdo con OXFAM, 32 personas en América Latina concentran la misma cantidad de riqueza que 300 millones de personas. En este marco de insatisfacción ciudadana, que viene en progresivo aumento desde el año 2009, llegando a sus niveles históricos más altos de insatisfacción a partir de 2018, es que se crean los espacios para el surgimiento, apoyo y victoria electoral de nuevos actores políticos, nuevos partidos, líderes y coaliciones ad hoc, especialmente de derecha, populistas, con fuertes tintes autoritarios, que han logrado seducir al electorado llevándoles a ganar los gobiernos, como lo muestran los casos de Paraguay, Ecuador, Guatemala el relativamente inesperado voto capitalizado por Javier Milei en las últimas elecciones Argentinas.

Algunos hitos

A continuación delineamos algunas claves interpretativas de la seducción autoritaria que se vive en las actuales democracias de la región.

Clima y humor. Las crecientes demandas y movilizaciones sociales (Chile, Colombia, Ecuador y Perú) no parecen recibir respuestas adecuadas de las democracias tal cual las conocemos. Las movilizaciones adquieren visibilidad, tienen un punto cenit y luego decaen, casi desapareciendo de las escenas y ámbitos de demandas sociales a atender. Ello, tiene en parte como raíz la cada vez mayor desarticulación de los movimientos sociales. El desmedido sentido de lo individual por sobre lo colectivo, articulado con la falsa sensación que pueden generar las redes en relación a la influencia individual sobre los problemas de las democracias, quizá se vea también reflejada en que entre los más jóvenes sólo el 43% apoya la democracia, y son estos quienes muestran mayor apoyo al autoritarismo llegando a un 20%. A ello se suma el impacto de los medios de comunicación sobre la opinión pública, por presuntos hechos vinculados ‘corrupción de los valores democráticos’ generando en la población un desasosiego general u otras emociones políticas negativas en relación a la eficacia de la democracia. Por sobre la superficie se conocen casos de corrupción, faltas éticas, deterioro de los modelos de convivencia e inseguridad (por acciones criminales, peligro de perder empleo o incierta perspectiva jubilatoria). Todo está amplificado por las redes y con una alta polarización política, aunque en la mayoría de los países esa polarización está fragmentada. La insatisfacción y la frustración están a la vuelta de la esquina.

Erosión de las instituciones. Otro elemento diagnóstico que refuerza la seducción autoritaria en la región radica en la falta de confianza por parte de la ciudadanía en los actores centrales de las democracias. Así los datos del Latinobarómetro informan que los actores o instituciones en los que más se confía son: la Iglesia con 61% de confianza, seguida por las Fuerzas Armadas con el 44% y la Policía 36%. La confianza en las Instituciones sobre las que se define un régimen democrático y sobre las que se asienta el funcionamiento de las mismas, se encuentran al final de la lista: el gobierno 27%, poder judicial 25%, parlamento 20% y partidos políticos 13%. Uruguay no escapa al escenario regional, solo el 33% sostiene confiar en los partidos políticos, mientras un 65% sostiene confiar en la policía, y un 59% en las Fuerzas Armadas. Queda en evidencia que los partidos políticos (expresados en el Poder Ejecutivo y Parlamentos o Congresos) tienen un inquietante deterioro en las distintas sociedades. El tono del debate público y la fragmentación política van construyendo un aroma o clima que intoxica las relaciones en la sociedad. Se suma al cuadro inquietante de los partidos políticos, la percepción negativa sobre la Justicia. Por tanto, los tres pilares de esta democracia representativa están en jaque y con poca credibilidad, generando una crisis de confianza extendida y sostenida en el tiempo.

Políticos y Justicia. En una dinámica que se retroalimenta, políticos y Justicia parecen ser un binomio explosivo en el panorama político y social en América Latina. Al tóxico debate político, se le suma un factor que hasta hace veinte años no estaba presente: la judicialización de la política. Por tanto, la política se extiende a los estrados judiciales y sus actores. Un documento elaborado por el presidente de la Asociación de Fiscales del Uruguay, el Dr. William Rosa dice: en “la polarización asfixiante que vivimos se va a hablar de politización de la justicia como fenómeno, esto es, acusar que los funcionarios actúan de una u otra forma sesgados por convicciones políticas o coludidos políticamente. Esto es un flagelo muy perjudicial para el buen funcionamiento de nuestros sistemas. Pues la IMPUNIDAD en clave de independencia, no solo AFECTA a los Funcionarios, afecta al ESTADO DE DERECHO, a la DEMOCRACIA, y a las REPÚBLICAS”. A ello se suma que en el último año fueron asesinados cinco fiscales. (Mayúsculas del Dr. Rosa).

Fragmentación e inestabilidad. La baja calidad de la democracia en varios países de América Latina –excepción de Uruguay y Costa Rica, aunque en tendencia a la baja– justifica el título del último informe de Latinoabarómetro: la recesión democrática de América Latina. En Brasil hay cerca de cuarenta partidos; en Argentina aparecen y desaparecen partidos expresados en las tendencias mayoritarias; en Guatemala hay 15 partidos, etc. La fragmentación es la madre de las inestabilidades. El cóctel está completo y arroja el resultado del deterioro de la calidad de la democracia representativa y liberal.

Los candidatos militares. La combinación de bajo apoyo a la democracia y relativamente alto apoyo al autoritarismo, se expresa –en varios casos– en discursos autoritarios o protagonistas de origen militar. En los escenarios de inestabilidades y denuncias de corrupción han irrumpido Hugo Chávez, Ollanta Humala, Jair Bolsonaro y Guido Manini Ríos. No tan visible son algunos políticos de América Latina con origen militar como Mario Abdo Benítez, subteniente de Reserva de Aviación y paracaidista militar (Paraguay). Hay una interesante similitud entre Bolsonaro, Manini y Mario Abdo: los tres son de la rama paracaidista. El fenómeno de Galdámez en Guatemala es interesante porque junto al expresidente Jimmy Morales, que pertenecen al partido Frente de Convergencia Nacional, creado en 2008 por un grupo de miembros retirados del Ejército que componían la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala. Un tema interesante y paradójico: las opciones autoritarias con origen militar se dan dentro de los límites de la democracia representativa y liberal, por tanto, es una conquista de la democracia que esas opciones –que antes se canalizaban a través de golpes de Estado– acepten las reglas de la democracia que en algunos casos cuestionan. Esto puede interpretarse, asimismo, como un deterioro de lo que Max Weber denominaba el político profesional.

En este contexto, que parece aún perdurará por un tiempo, consideramos fundamental encontrar y crear los espacios que devuelvan a la ciudadanía la confianza en que las voces de los afectados serán incluidas tanto en los momentos de deliberación como al momento de la toma de decisiones. Si las instituciones tradicionales de la democracia liberal representativa no logran satisfacer las demandas ciudadanas, los actores sociales comprometidos con el avance y cumplimiento de los derechos humanos básicos deberán redoblar el esfuerzo de hacerse escuchar y seguir ampliando las redes ciudadanas sobre las que en tiempos de crisis ha tradicionalmente recaído el sostenimiento de las necesidades básicas de las personas.

Linng Cardozo (Uruguay) es periodista, artista plástico y sommelier. Como periodista ha trabajado en distintos medios, tanto gráficos, como radio y televisión. Ha colaborado como editor, coautor y autor de diversos libros, como El baúl de Yhavé, (2010) y La caja de fósforos (2022). Fue columnista en la FM 97.9 (M24) como analista de asuntos públicos. Actualmente escribe sobre los mismos temas en la revista Caras y Caretas. Obtuvo el premio “Vladimir Herzog” de “Periodismo y Derechos Humanos (Brasil, 1986)

Correo electrónico: linngcardozo@gmail.com

Twitter: @linng55 / Instagram: @linngcardozo

Dominique Rumeau (Uruguay) es licenciada en Ciencia Política (UdelaR, Uruguay). Mag. en Ciencia Política (UBC, Vancouver, Canadá). Se encuentra en el proceso de escritura de su tesis doctoral. Se desempeña como investigadora y docente en la Facultad de Ciencias Sociales, Uruguay y como docente del CLAEH. Sus áreas de conocimiento e interés son Política Comparada con énfasis en América Latina; Reforma del Estado y Políticas Públicas y teoría democrática con énfasis en participación ciudadana. 

Correo electrónico: domirumeau@gmail.com 

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