Por Franca Roibal Fernández
El carnaval uruguayo, definido como un Broadway villero, es un fenómeno social del país que está fuertemente comprometido con la justicia social, la historia, la defensa de los derechos humanos y, fundamentalmente, con la crítica política con una mirada de izquierda.
“Contar la historia desde la perspectiva del Carnaval es, también, un pretexto para hacer, o intentar hacer, historia social”. Milita Alfaro
“El Carnaval, al denunciar las mentiras convencionales y las crueldades secretas de ‘el establishment’ constituye una expresión contestataria y revolucionaria”. Daniel Vidart
Milita Alfaro y Daniel Vidart son historiadores. El trabajo de Alfaro es crucial en la formación de los estudios de carnaval en espacios académicos. En estas dos citas se ve el legado del carnaval uruguayo en cuanto al compromiso con lo que puede considerarse político, con la justicia social, con un lado del espectro político, con los conceptos de la historia social y lo revolucionario.
La cultura popular es un fenómeno dinámico que tiene el poder de marcar tendencias y ayudar a hacer progreso en cuanto a la justicia social. “Cultura popular” es difícil de definir, porque es un ámbito que evoluciona y cambia constantemente. También hay mucha controversia sobre qué es y qué no es. Para los propósitos de este trabajo, cultura popular se refiere a cualquier manifestación artística con amplia participación y consumo de las masas.
El carnaval es un fenómeno de cultura popular que, de alguna manera, existe en todos los países de América. Entre los más famosos está el brasileño, pero cada país de América Latina y el Caribe tiene alguna forma de celebración y espectáculo que ocurre en esas fechas. El carnaval uruguayo es el más largo del mundo, dura 40 días y 40 noches. Al extenderse temporalmente más que en otros países, se volvió en un fenómeno más performativo –el público asiste a espectáculos– que participativo, como lo es en otros lugares (aunque hay varios momentos que cruzan esa frontera, por ejemplo, en el candombe y la murga).
El carnaval uruguayo consiste en un concurso oficial, en el cual participan agrupaciones en cinco categorías: revistas, humoristas, parodistas, lubolos (candombe) y murga.
Las dos categorías políticamente más comprometidas son las Llamadas, donde desfilan las agrupaciones de candombe[1] y la murga. La manifestación más importante de candombe durante el carnaval son las Llamadas, un desfile que ocupa dos días, donde más de cuarenta comparsas desfilan por las calles del Barrio Sur y Palermo en Montevideo, barrios tradicionalmente asociados con las poblaciones afrodescendientes.
Mientras que las Llamadas y los espectáculos de lubolos en el concurso y los tablados no siempre tienen contenido deliberadamente político, la existencia de este componente en el carnaval, y el hecho de que sea de los más populares, es representante de la resistencia de una población marginalizada. En sociedades fundadas en el supremacismo blanco, el genocidio de poblaciones indígenas, y la esclavitud de personas africanas, como lo son todos los países de América, que haya sobrevivido esta manifestación cultural con raíces africanas es un acto político. Y que sea una manifestación tan importante y popular habla de la esencia de resistencia que la marca. No en vano, durante la dictadura cívico-militar se desalojó y derrumbó el conventillo Mediomundo, el cual da nombre a una de las comparsas más grandes, C 1080, que alude a la dirección del citado lugar, en la calle Cuareim.
El candombe es la música precursora al tango, que hoy se presenta mundialmente como música argentina, cuando no también está siendo apropiado por Francia y/o lo europeo y blanco, pero en todo caso pasa por un proceso de blanqueamiento histórico en el que se “olvida” las raíces afrolatinas de la música. Una de las características más importantes del candombe es que se mantuvo vivo y relevante con el pasar del tiempo, y hoy las Llamadas es uno de los componentes más importantes del carnaval.
Mientras que el candombe es político simplemente por el acto de existir, la categoría de carnaval que tiene más contenido e historia política es la murga. En una entrevista con el periodista argentino Lalo Mir, Raúl Castro –una de las figuras más importantes en la historia de la murga– describió a la murga como un “Broadway villero”. Es una expresión muy apropiada para ayudar a las personas que nunca han visto murga a entender qué es. Las murgas son teatro popular. La parte de “Broadway” se refiere al aspecto artístico, teátrico, de performance, los disfraces, el maquillaje, y el teatro musical. Lo “villero” se refiere a lo popular, de la gente, de la calle.
El primer premio en murgas en el carnaval 2024, fue para Nos Obligan a Salir. En su espectáculo Sed, las protagonistas encarnaron las figuras políticas de Carolina Cosse (intendenta de Montevideo) y María Inés Obaldía (directora de Cultura de la intendencia capitalina). En este cuplé hay burlas, ironía y sátira. Se burlan de las críticas que muchos le hacen a Cosse por enfocarse en cosas como reformar el Teatro de Verano o hacer ciclovías, o el famoso escándalo por el costo de la construcción de Antel Arena, todas obras que lideró la intendenta. La critican por, entre otras cosas, enfocarse en cosas que no son tan importantes. “Ay, ay, ay cómo critica la murga, ¿eh?”, dice el personaje de Carolina en un momento “metamurguístico” y sarcástico.
Otro espectáculo notable fue el de la murga Queso Magro. La presentación estuvo llena de contenido “metamurguístico”, burla y sátira. El espectáculo se llama 2074 porque la trama indica que la murga ganó el primer premio en el año 2024, pasaron 50 años y están recordando cómo fue aquella época.
Queso Magro nació en el movimiento de Murga Joven y marcó un antes y un después en cuanto a la evolución de la murga. A pesar de que se burlan del hecho de que se siga hablando de “murga joven” cuando varios integrantes son millennials o mayores, el espíritu de ese fenómeno sigue viviendo en Queso Magro. La autoburla permanente y el hecho de que no se tomen en serio ninguna parte del espectáculo se puede analizar como un mensaje sobre su posición en cuanto a la importancia del concurso oficial.
Son muy conscientes de que el estilo de murga que ellos presentan no es el estilo de murga que buscan los jueces de Carnaval, y eso no los detiene de hacer el espectáculo que quieren hacer. Queso Magro quedó cuarta en el concurso. Fue de las favoritas de la gente.
El espectáculo quizás más político fue el de Doña Bastarda. Enter se trata de tres personajes, uno encarnado por Pablo Pinocho Routin, que son personas mayores, militantes de izquierda, que no entienden por qué no hay nadie manifestando en las calles. Se toman una pastilla, “enter”, que los lleva a otra dimensión para ver el panorama actual y van aprendiendo sobre cómo ha evolucionado la manera de manifestarse. La primera dimensión que visitan es la dimensión de las “apps” en las que cada componente se disfraza de una diferente: WhatsApp, Facebook, Instagram, etc. Este cuplé, que viene a ser el popurrí de la murga, tiene momentos graciosos y de análisis profundo sobre la sociedad actual y la realidad de ser militantes en esta época. Es una de las mejores partes de la murga en la que critican, pero no entran en el espacio de lamentar los tiempos de antes, o condenar a la tecnología como la culpable del estado de las cosas, como lo hacen muchas personas de la edad de los personajes que encarna la murga. Durante esta parte de hablar de la tecnología y las apps, toman una posición muy clara que muchos tratan de evitar llamar lo que es. Cuando están dando ejemplos de las maneras que personas como Milei ganan popularidad, la murga se atreve a denunciar el fascismo en redes nombrándolo como lo que es, fascismo.
En un momento de sátira dicen “Qué bien nos vendría una murga de derecha”, burlándose de las personas que critican a las murgas y al carnaval por comprometerse con una ideología.
La historia de la murga, el hecho de que sea un “Broadway villero”, que sea arte popular, de los de abajo, en su esencia y su historia, la compromete con los derechos humanos y la justicia social, estandartes de la izquierda.
En un momento emocionante, al final y en el momento culminante de una de las canciones, dicen: “Seguirá La Bastarda en el mismo lugar donde ha estado siempre, en la misma vereda, sea quien sea nuestro presidente”. En este momento se hace claro que tienen un compromiso con un lado político, pero más allá de eso, habla a la esencia histórica de la murga, y ayuda a contestar la pregunta que hacen algunos críticos de la murga, que es esencialmente ¿por qué no hay murgas de derechas? ¿Por qué atacan más a un lado que al otro?
En estas líneas está claro que van a criticar más fuerte a los que están del lado anti derechos humanos, porque no importa quién sea el gobernante actual, la murga se compromete con el lado de la justicia social, el progreso y la izquierda.
Otro momento notable es la crítica al machismo por parte de los tres personajes principales, dos hombres y una mujer, pero en especial el personaje de Emilia Díaz, que nos recuerda que todavía falta mucho por hacer en este ámbito.
La retirada es emocionante y sentimental. En las espaldas de todos los integrantes cantantes de la murga, llevan muñecos gigantes de figuras importantes de la historia uruguaya como Tabaré Vázquez, José Batlle y Ordoñez y Luisa Cuesta. En la canción incorporan frases famosas de estas figuras en un momento que tiene un efecto inspirador y conmovedor, entre ellas la cita de Tabaré Vázquez en su discurso de despedida: “Les ruego de corazón que no se rindan, no te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo”. Al citar este momento, también están alineándose con los ideales de Vázquez y del Frente Amplio.
Hay personas que critican a las murgas por ser muy de izquierdas, o dicen que las murgas critican demasiado para un lado (la derecha) y no para el otro. En realidad, las murgas históricamente tienen una posición política, antifascista, antidictadura y de izquierda.
También es verdad que sí critican bastante al Frente Amplio y a los movimientos de justicia social, sin embargo, como es obvio para cualquier persona comprometida, que el neofascismo en el que se está entrando Latinoamérica a través de figuras como Javier Milei y Nayib Bukele, es grave, y es el lado que critican más, por necesidad, porque son quienes reprimen y desprecian las manifestaciones de arte popular como lo es el Carnaval y la murga.
En un nivel teórico y filosófico, la murga es arte popular. Ahora las murgas se han profesionalizado, salen músicos profesionales, los trajes son maravillosos, hacen talleres de murga y de canto. Pero en su génesis, la murga era teatro de barrio, de hombres (porque históricamente era un espacio machista. Si bien ahora se incorporan más mujeres, todavía hay mucho que cambiar en este espacio) que se juntaban a salir en Carnaval porque les gustaba. El arte popular históricamente tiene un compromiso con los valores de la izquierda. De hecho, los conservadores, las personas de derecha, y los elitistas (que en muchos casos también están en la izquierda), criticaban, critican y menospreciaban a la murga por ser demasiado de bajo nivel. Eso es político. Es arte que es politizado por su mera existencia, es marginalizado por la elite social, históricamente.
También muchas murgas se comprometieron con los derechos humanos durante la dictadura, cuando las murgas podían criticar más que otros artistas porque encontraban maneras creativas de hacerlo, y en muchos casos fueron perseguidas y llevadas presas por juntarse a expresarse. Esa es historia que también marca la tendencia política de la murga como concepto.
Hay mucha controversia en el mundo carnavalero sobre la importancia del concurso, cuestiones de cuál es el “carnaval de verdad,” si el del Teatro de Verano (lugar donde ocurre el concurso oficial) o el de los tablados y festivales que no salen en la televisión. Como con muchas cosas, el capitalismo y la plata se filtran y para algunos esto arruina la esencia del Carnaval “de antes”. También cabe mencionar que, para algunos, el Carnaval “de antes” es un espacio donde el machismo y la discriminación reinaban. La evolución hacia un Carnaval más inclusivo y equitativo, que debería ser bienvenido, no lo es por muchas de estas personas y eso también hay que reconocerlo.
Anteriormente se mencionó el análisis del espectáculo de Queso Magro en cuanto a su posición hacia el concurso, que no es una murga que “sale para ganar”. Para Queso Magro, y para muchos de nosotros, la magia del Carnaval está en las cuarenta noches que dura, el concurso es una parte del carnaval, pero no es esencialmente la más importante. A final, como con todo el arte, es una cuestión de gustos, hay murgas que les llegan más a unos que a otros, hay personas que son “hinchas” de las murgas como si fueran equipos de futbol, y hay personas que disfrutan de varios espectáculos y los aprecian por el valor artístico que le aportan a la vida.
Al fin de cuentas existen muchas más murgas que no han ganado y eso no quita que todas hayan formado parte de ese fenómeno que nos ayuda a hacer la historia social de la que nos habla Milita Alfaro, y que el Carnaval y la murga se debe disfrutar como a manifestación de cultura popular multidimensional que es, sin preocuparnos tanto por el concurso.
Franca Roibal Fernández (Argentina – Uruguay) es profesora e investigadora de Estudios Latinoamericanos y Lengua Española. Consultora de diversidad, equidad e inclusión en Pennsylvania y New Jersey, Estados Unidos. Recibió su Ph.D. de Boston University. Sus áreas de enfoque son literatura, cine, música, cultura popular latinoamericana (carnaval, fútbol) con una especialización en el Cono Sur y dictaduras. Tiene un enfoque transdisciplinario, descolonizante e interseccional en antiimperialismo y antirracismo.
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[1] El candombe es música afrouruguaya que se toca con tambores chico, repique y piano.