Por Elda Magaly Arroyo Macías
A diferencia de la política no solo se trata de informar o persuadir al receptor del mensaje, sino que la comunicación no sea un factor que impida la impartición de justicia.
Soy mexicana y desde hace más quince años escribo sobre seguridad pública, un tema por demás complejo y al que he apostado buena parte de mi trayectoria profesional para entenderlo y poder comunicarlo, una tarea que no ha sido precisamente fácil, pero que sí me ha generado hallazgos interesantes que necesito compartir en este espacio para que quienes en un futuro se encuentren ante este mismo reto, conozcan cuál ha sido mi experiencia, esperando que esta le sea de utilidad.
Que este relato sea en primera persona, desviándome un tanto de la formalidad académica, obedece justamente a contar, de manera práctica y sencilla, un tópico tan complejo y que honestamente muchas veces genera frustración por las limitaciones normativas que puede traer consigo, pero que tiene una enorme responsabilidad cuando se es consciente que desde la comunicación, un error en la información que se proporcione puede ser un factor determinante para que ante la posible comisión de un delito, la víctima se quede sin impartición de justicia.
Hacer la acotación de mi nacionalidad implica el lamentable momento histórico por el cual atraviesa mi país en relación a la seguridad, pero, sobre todo, a reconocer los grandes esfuerzos y el impresionante aprendizaje empírico que hemos acumulado quienes hemos narrado hechos cuyos principales elementos narrativos están impregnados de violencia, la cual no podemos ni debemos seguir replicando.
Cuando decidí investigar y trabajar más sobre la comunicación pública de la seguridad tuve que hacerme varias preguntas, inicialmente, entender a la seguridad como un sujeto de comunicación y definir por qué debe ser vista de una manera particular al momento de informar y no mezclar, por completo, los fundamentos de la comunicación política, sino darle un tratamiento especial.
En el ejercicio profesional, como periodista, comunicadora y también como policía, he podido entender que la seguridad, su percepción y sus efectos (sobre todo negativos) son multifactoriales. La violencia que suele estar asociada a ella, incluso el temor que nos vuelve más “preventivos”, es producto de circunstancias sociales en donde las fallas económicas se hacen presentes, las bases morales están colapsadas, la educación y la cultura no han podido afianzarse y la salud se ha visto minada, al grado de profundizar las desigualdades que intentamos corregir desde una perspectiva punitiva en la que inventamos más leyes y más castigos que deben ser aplicados por el Estado, creando una identidad colectiva de que los cuerpos policiales son los únicos responsables.
Michel Foucault decía que la seguridad es un concepto que nace junto al liberalismo, y se refiere a una forma de gobernar con el objetivo de garantizar que los individuos o la colectividad estén expuestos lo menos posible a los peligros. Siguiendo esta idea de la comunidad y construcción imaginaria social, no podemos ignorar que cada “sujeto” cuenta con un universo cultural propio y que, si bien comparte señas de identidad, la seguridad, como sujeto a comunicar, debe ser vista desde sus componentes, la particularidad de su lenguaje, la intencionalidad de su emisor y los elementos narrativos de los que hace uso.
Los componentes de la comunicación pública de la seguridad
La comunicación pública de la seguridad se desarrolla bajo dos perspectivas. Desde la comunicación gubernamental e institucional, que como apunta María José Canel en el entendido de formar parte de un conjunto de reglas, principios, procedimientos y aplicaciones se busca llegar a consensos, además de influir en la conducta de los gobernados, así como representar el bien público y generar gobernabilidad. Mientras que, desde la trinchera del periodismo especializado en temáticas de seguridad, incluso el policial, la intencionalidad estará focalizada en crear noticias de interés público, actualidad y novedad, que permitan la captación de más audiencia. Sin embargo, el punto en el que deben converger estos enfoques está el que al momento de informar no se pierda el acceso a la justicia.
Como objeto de estudio específico cuando se comunica sobre seguridad se debe mantener un enfoque interdisciplinario, centrado en la protección del y para el colectivo, tomando en cuenta que su lenguaje estará influenciado por distintas ramas, como la jurídica o la criminológica.
Comunicar seguridad no es lo mismo que comunicar política, no se trata de simplemente informar o persuadir al receptor, sino de entender que los procesos en la construcción del mensaje son diferentes y deben estar apegados a tiempos y normativas que, de transgredirse o apresurarse sin hacer una profunda reflexión de la intención que se tiene, pueden ser un factor para violentar a una persona o al mismo Estado de Derecho.
Elda Arroyo (México) es licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara y maestrante en Administración Pública. Periodista y comunicadora especializada en Seguridad, Gestión y Atención de Crisis. Trabajó para Milenio Diario, Notisistema y Eastern Group de Los Ángeles, California, entre otros. Cuenta con formación policial, diplomada en seguridad ciudadana. Actualmente es directora de Comunicación de la Secretaría de Seguridad del Estado de Jalisco, en México.
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