Por Jorge E. Ferreyra
Un influencer cultural representa un caso disruptivo en la política dominicana. Su postura desafía el rol tradicional de los partidos de cara a 2028, con una estrategia basada en la narrativa del outsider y el uso de medios digitales para legitimar su liderazgo y movilizar votantes despolitizados.
Las elecciones presidenciales de 2024 en República Dominicana bien pueden haber sido las últimas llevadas a cabo con las reglas y los actores tradicionales, tal como vienen realizándose desde el regreso al juego democrático pleno en el país en los 90.
Una lectura rápida de aquellos resultados puede guiarnos a confusión. Los dos partidos que recibieron mayor cantidad de votos el año pasado no tenían más de diez años de existencia, eso es cierto. Sin embargo, sería un error asumir que ellos son la expresión de una nueva lógica política: sus líderes forman parte de la élite tradicional y su surgimiento responde más bien a divisiones internas de partidos históricos.
El actual sistema de partidos dominicanos es una herencia de la era trujillista. Los tres partidos que concentraron la mayor parte del electorado en 2024 tienen un origen común: el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), fundado por Juan Bosch en 1939. El Partido Revolucionario Moderno (PRM), que llevó a la reelección a Luis Abinader, surgió en 2014 tras la ruptura de un sector del PRD. Su principal opositor, la Fuerza del Pueblo (FuPu), nació en 2019 a raíz de disputas internas dentro del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que a su vez era una escisión del PRD ocurrida en 1973 bajo el liderazgo del propio Bosch. La interacción entre esta dinámica endogámica y el marco legal, que otorga en los hechos el monopolio de las candidaturas a los partidos, crea un sistema poco permeable al ascenso de figuras desde las bases, y muy sensible a su vez al surgimiento de liderazgos alternativos desde afuera.
En ese escenario electoral, el influencer y comunicador Santiago Matías, conocido como Alofoke, anunció su intención de postularse como senador por la provincia de Santo Domingo, la más importante del país. Convencido de su respaldo popular, ofreció su aporte de “20 puntos”[1] a cualquier partido dispuesto a respaldarlo. Alrededor de 50 millones de visualizaciones mensuales en sus canales de YouTube le servían de garante. Sin embargo, finalmente no recibió ninguna propuesta que le permitiera formalizar su candidatura.
La aspiración de Alofoke era el corolario de un proceso de inserción en el circuito político que venía consolidándose desde la elección de 2020, cuando había apoyado públicamente al candidato del PLD. Su proyección llegó a tal punto que el rol que jugó su grupo mediático en el segmento de latinos durante la reciente campaña de Trump le valió la invitación al evento de asunción del presidente en enero pasado.[2] Entre ambos momentos, su influencia mediática se fue cristalizando a través de su omnipresencia en el debate público y le permitió congregar en sus programas a las más altas figuras políticas.
En un momento en que los partidos tradicionales enfrentan dificultades para representar a la ciudadanía, Alofoke ve mejorar sus expectativas gracias a un cambio en las reglas. A finales del año pasado, con el nuevo gobierno ya en funciones, el Tribunal Constitucional dictó una sentencia que despeja su participación política futura: declaró inconstitucionales los artículos 156 y 157 de la ley electoral, que imponen restricciones excesivas a las candidaturas independientes.[3] Con esta decisión, Alofoke ya no necesita el respaldo de un partido para postularse, tiene vía libre para hacer valer su popularidad mediática en las urnas.
Semanas después, Alofoke ya había puesto en marcha ‘2028’, una plataforma electoral con cuentas en diversas redes sociales y que tenía por objetivo servir de apoyo a propuestas y candidatos validados por sus seguidores y reducir así el extendido clientelismo. Hace unos días, finalmente, hizo pública y formal su solicitud a diversas firmas encuestadoras para ser medido como precandidato independiente en las encuestas de intención de voto.
Es un país donde las figuras de Nayib Bukele o Javier Milei están presentes en el discurso público, lo que hace atractivo a Alofoke es su similar uso de los medios como plataforma de legitimación política. A diferencia de otros comunicadores que han incursionado en la política dominicana, Alofoke no proviene del periodismo tradicional sino del entretenimiento. Su posicionamiento responde a una estrategia de comunicación basada en la narrativa del outsider, y lo proyecta como un actor ajeno al establishment y cercano a sectores históricamente desmovilizados y menospreciados por los partidos tradicionales.
Su discurso es directo y ajeno a la diplomacia característica de las instituciones de gobierno, y le permite llegar a una audiencia joven que desconfía de las estructuras partidarias y de la élite política y económica. Él representa un ejemplo donde el vínculo entre líder y electorado se construye sin la mediación de estructuras partidarias formales: él no representa al pueblo, él es un integrante del pueblo. Alofoke capitaliza a través del mundo digital su origen y su arraigo en la cultura urbana.
La viabilidad de su candidatura independiente dependerá de múltiples factores que trascienden su actual popularidad mediática. Si bien la sentencia le facilita la posibilidad de competir, la efectividad de su postulación se verá determinada por su capacidad para traducir su influencia digital en un apoyo electoral tangible. Un desafío clave en este sentido es la histórica baja participación electoral en República Dominicana, particularmente entre los sectores jóvenes y de bajos recursos. Movilizar a estos votantes requiere un esfuerzo adicional, ya que no solo debe convencerlos de que lo apoyen, sino también de que participen activamente en un proceso con el que no tienen un vínculo fuerte. La simpatía hacia su figura podría no ser suficiente si no logra generar incentivos concretos que transformen esa afinidad en votos.
El fenómeno de Alofoke se inscribe en la tendencia global donde figuras mediáticas irrumpen en la política a través de estrategias de comunicación disruptivas. Los precedentes en El Salvador y en Argentina ilustran cómo esa narrativa anti-establishment puede triunfar electoralmente. Sin embargo, hay una diferencia clave con aquellos casos de éxito, y es que no se observa en República Dominicana una crisis de representación e insatisfacción que haya alcanzado niveles críticos. En el caso dominicano, si bien existe un desgaste de los partidos tradicionales, estos continúan teniendo el control aparente del sistema electoral y de los mecanismos de acceso al poder.
Más allá del desenlace electoral de su candidatura, la irrupción de Alofoke en la arena política ya representa un cambio en la forma en que se concibe la comunicación política en República Dominicana. El contraste entre las críticas públicas que reciben tanto su trabajo como su manera de actuar y el interés privado que genera su figura, sugiere que a pesar de la resistencia opuesta su presencia en la arena política ya es asumida como inevitable. El fenómeno de desintermediación que lo tiene como figura desafía el modelo tradicional de formación de candidaturas y supone un desafío para los partidos en lo que refiere a repensar sus estrategias de acercamiento a los votantes.
En términos de impacto estructural, la candidatura de Alofoke podría funcionar como un catalizador para la adaptación del sistema político a las nuevas dinámicas de comunicación y representación. La creciente personalización de la política, impulsada por el uso intensivo de redes sociales y la cultura del liderazgo carismático, está redefiniendo los criterios de legitimidad electoral en todo el mundo. En este contexto, su participación en las elecciones de 2028 podría acelerar la transición, reduciendo el peso de los aparatos partidarios en la selección de candidatos viables. De ser así, la próxima ronda electoral podría marcar un punto de inflexión en la política dominicana respecto a reglas y actores, confirmando que la comunicación digital se ha consolidado como un elemento central en la reconfiguración del poder en República Dominicana.
Jorge E. Ferreyra(Argentina) es consultor en estrategia de políticas públicas y comunicación política, experto en la redacción y análisis de discursos institucionales con experiencia en ámbitos legislativos. Es maestro en Estudios de Desarrollo Internacional por la Universidad Grenoble Alpes (Francia), licenciado en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales por la Universidad Siglo 21 (Argentina). Es además investigador asociado del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), donde realizó estudios de posgrado sobre partidos políticos y movimientos sociales. Actualmente reside en la República Dominicana. LinkedIn: Jorge E. Ferreyra
[1] Acento. (11 de julio de 2022). ‘Alofoke’ aspira a senador y ofrece 20% de apoyo popular al partido que acoja candidatura. https://acento.com.do/espectaculos/alofoke-aspira-a-senador-y-ofrece-20-de-apoyo-popular-al-partido-que-acoja-candidatura-9081104.html
[2] Gepiano Podcast. (1 de febrero de 2025). 293. Alofoke se confiesa y nos muestra su poder en la política [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=64-1JENOhEQ
[3] Tribunal Constitucional de la República Dominicana. (13 de diciembre de 2025). Detalle sentencia TC/0788/24 https://www.tribunalconstitucional.gob.do/consultas/secretar%C3%ADa/sentencias/tc078824/