Por Mariano José Mendoza Fiallos
¿Cuál es la ideología de Bukele? ¿Es de izquierda, de derecha o simplemente no tiene ideología? Pues, todas estas opciones son correctas. La pregunta no es qué tipo de ideología profesa Bukele sino más bien en qué momento le conviene una u otra ideología.
Nayib Bukele empezó su carrera política como militante del partido de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Entre 2012 a 2018 Bukele tenía una clara ideología de izquierdas y se definía como un político progresista.
Cuando los proyectos de la izquierda y derecha fracasaron en el país entonces Bukele cambió de estrategia y se autodenominó como un outsider, lejos del establishment corrupto. Se jactaba que él era diferente a los viejos políticos y venía a superar los esquemas anticuados de la izquierda y derecha.
En pleno 2025 estamos viviendo una guerra cultural donde las derechas y la extrema derecha vuelven a tomar protagonismo en distintos rincones del mundo, ante tal panorama, ahora el presidente salvadoreño ha adoptado políticas ultraconservadoras y neoliberales. Es por eso que resulta complicado definir el bukelismo, pues es un movimiento político que ha ido cambiando radicalmente en los últimos seis años.
Retomando el concepto de “sociedad liquida” podemos afirmar que el bukelismo es, en esencia, una “ideología liquida”. Este concepto de liquidez describe una sociedad en la que los vínculos humanos se han debilitado debido a la rapidez de los cambios. En las sociedades liquidas las identidades son similares a una costra que se endurece, para luego cambiar de forma. Eso es el bukelismo, una costra que cambia constantemente de identidad política según las circunstancias del entorno.
Pese a esta ambigüedad ideológica, el bukelismo del 2025 sí podemos encasillarlo en la extrema derecha. No obstante, hay dos ejes centrales que han marcado el bukelismo en cada etapa; la conveniencia y el miedo. Estos dos conceptos son los principales motores que mueven las acciones del mandatario millennial.
El bukelismo actual tiene seis características principales que lo vuelven un movimiento político único que, si bien muchos de estos rasgos los comparte con la extrema derecha, otros son distintivos. En el presente artículo estaremos analizando cada una de estas características y cómo estas se ven influenciadas por la conveniencia y el miedo:
- Valores Tradicionales
- Neoliberalismo
- Mesianismo
- Militarismo
- Autoritarismo
- Populismo
Valores tradicionales
El bukelismo defiende a capa y espada valores tradicionales como la familia y la religión. Bukele ha desatado una auténtica guerra contra la llamada “ideología de género” y todos los valores relacionados al progresismo. En junio de 2019 el presidente cerró la Secretaría de Inclusión Social y en octubre de 2022 el Ministerio de Educación retiró de los centros escolares material relacionado con la educación sexual y prevención de la violencia de género.
Si todavía quedaban dudas, en junio de 2024 Bukele anunció en su cuenta de X el despido de 300 empleados del Ministerio de Cultura por “promover agendas que no son compatibles con la visión del gobierno”.
Bien dice el dicho “dime con quién andas y te diré quién eres”, pues el presidente Bukele también se ha reunido con personalidades de la derecha radical tales como el gobernante argentino Javier Milei, el activista político Eduardo Verástegui, el magnate billonario Elon Musk a la vez que sostiene una estrecha relación con la administración Trump.
Lo llamativo del tema es que hace unos años atrás Bukele tenía valores muy diferentes. Cuando fue alcalde de Nuevo Cuscatlán (2012) y San Salvador (2015) se reunía con miembros de la comunidad LGBT y hacía énfasis en la protección de sus derechos y el propio presidente se definió como un “hetero aliado”.
Algunos funcionarios públicos apoyaban directamente valores progresistas. En junio de 2019 la por aquel entonces ministra de Cultura, Suecey Callejas, compartió en sus redes sociales una imagen del Palacio Nacional iluminado con los colores de la bandera LGBT por el mes del orgullo acompañado del siguiente mensaje: “Que el amor al prójimo nos potencie, que las hegemonías de la discriminación nunca nos ganen la batalla, que siempre tengamos coraje para defender nuestros Derechos Humanos y la libertad siempre prevalezca ¡Celebremos la Diversidad!”
Esto es una muestra de la conveniencia pues en 2018 Bukele sabía que necesitaba el apoyo de la comunidad LGBT para ganar más cuota de votos, pero cuando esta posición le representaba un obstáculo ante una sociedad más conservadora le declaró la guerra al progresismo y “wokismo”.
Neoliberalismo
Bukele ha implementado políticas neoliberales y extractivistas a la mejor manera de Trump o Milei. Un claro ejemplo es la desregularización de la economía, pues en 2023 se aprobó una ley que exoneraba de impuestos sobre la renta a inversionistas en el centro histórico. Asimismo, en 2024 se aprobó otra ley que exonera de impuestos a inversionistas que construyan torres de, al menos, treinta cinco pisos.
Otro caso emblemático es el de la familia Guerrero. Los Guerrero están trabajando en quince proyectos de lujo en zonas exclusivas de El Salvador. Gracias a diversas investigaciones periodísticas sabemos que estas concesiones de construcción fueron dadas sin presentar estudios de impacto ambiental donde se afectan zonas de recarga hídrica.
Bukele se presentaba como aquel político que iba a superar las etiquetas de la vieja izquierda y derecha, pero en la práctica, esta implementado las políticas neoliberales del Consenso de Washington de 1989.
Los más afectados por estas políticas económicas son las personas de escasos recursos que en muchos casos han sido desplazadas forzosamente, pues habitan en zonas donde se construirá un proyecto de lujo. Tal es el caso de las 200 familias desplazadas en la isla Tasajera por la construcción del proyecto “Cancún de El Salvador” o los cientos de vendedores y comerciantes desalojados del centro histórico. Pareciera entonces que Bukele está desplazando al salvadoreño de a pie para darle espacio a una nueva oligarquía depredadora.
Menos Estado más Bukele
Bukele, al igual que Milei sacó la motosierra y empezó a achicar más el Estado. En los últimos cinco años el gobierno ha cerrado veinte instituciones públicas y ha despedido a más de 24.000 trabajadores. A su vez, se redujeron fondos en áreas clave como salud, educación y agricultura. ¿Resultado? En tan solo los primeros dos meses de 2025 el gobierno ha cerrado más de cuarenta escuelas y el sistema sanitario público está enfrentado una escasez de especialistas y medicamentos sin precedentes. En recientes declaraciones Bukele dijo: “Queremos ser un país full libertad empresarial, un gobierno más fuerte pero pequeño posible”.
Mesianismo Político
Una característica fundamental del bukelismo es su componente religioso que se encuentra estrechamente vinculado con el mesianismo. Los mesianismos políticos son movimientos que sostienen que la transformación de un Estado solo será lograda por la llegada de un “mesías”, al que corresponde el establecimiento de un nuevo orden utópico.
Bukele se ha consolidado como ese salvador capaz de cambiar a mejor la vida de millones de salvadoreños al liberarlos de la opresión de las maras y de los políticos corruptos. Muchos hablan de él como un “enviado de Dios” para la reconstrucción del país.

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En casi todos sus discursos el presidente menciona frases como “Dios quiera”, “Dios permita”, “Dios nos guarde”, “Dios nos guíe”, “Dios nos salve” o “Dios nos castigue.” Este discurso pseudoreligioso tiene de trasfondo nuevamente el oportunismo.
Es usual que en regímenes monocráticos se ejerza la autoridad por medio de dos grandes ejes; el poder político-militar y el poder ideológico-religioso. Ambos tipos de poderes se combinan para reforzar la figura que concentra el poder. Bukele, a través del uso de la religión busca legitimar su figura de autoridad frente a una población que es 80% cristiana.
Militarismo y Autoritarismo
La primera ola de extrema derecha que ocurrió entre 1920 y 1945 surgió del miedo. Europa estaba devastada tras la Primera Guerra Mundial y la situación se agravó tras la Gran Depresión de 1929. Ese miedo a la incertidumbre hizo que varias personas estuvieran más propensas a buscar líderes autoritarios que les quitaran ese miedo.
La nueva ola de extrema derecha emerge nuevamente del miedo, esta vez, del yihadismo radical agudizado desde 2001 y la crisis económica de 2008. La gente vuelve a buscar liderazgos fuertes por fuera de los marcos de las democracias que son percibidas como incompetentes para afrontar tales desafíos.
El bukelismo, al igual que el fascismo o la ultraderecha nacen del miedo. El Salvador era uno de los países más violetos del mundo debido a las pandillas. Solo en el año 2015 se registraron más de 6.665 homicidios.
En este contexto de zozobra aparecen las características del militarismo y autoritarismo en la ideología del presidente. El bukelismo tiene un fuerte componente castrense el cual busca la remilitarización de la sociedad. En marzo de 2022 cuando los pandilleros cometieron 87 asesinatos en un fin de semana, Bukele decretó un régimen de excepción el cual ampliaba los poderes de las Fuerzas Armadas.
Se comenzaron a ejecutar cercos militares, redadas masivas y puntos de control. A su vez, se suspendían derechos fundamentales como las garantías del debido proceso. Los militares, que estaban guardados en sus cuartales desde los Acuerdos de Paz de 1992, volvieron a tomar el control de la seguridad pública.
Las políticas de mano dura y la transgresión a los derechos humanos como justificación de seguridad son característicos del bukelismo. Lo curioso del caso es que hace unos años Bukele tenía una visión muy diferente respecto a la seguridad. El presidente defendía políticas de prevención de la violencia y le apostaba a la educación.
En un discurso realizado en 2021 Bukele mencionó lo siguiente: “hay que invertir en la represión del delito… Pero de nada sirve estar reclutando jóvenes para el ejército y las pandillas reclutando jóvenes para las pandillas porque entonces vamos a pasar en una guerra infinita. (..) También necesitamos quitarle los jóvenes a las pandillas. Y eso lo vamos a lograr invirtiendo en prevención”.
El Bukele de 2021 poco o nada se parece al Bukele de 2025. Cabe destacar que el presidente también era muy crítico de prácticas autoritarias que a posteriori terminaría abrazando. El mandatario rechazaba tajantemente la reelección presidencial inmediata para después reelegirse para un segundo mandato que violentaba hasta seis artículos de la Constitución.
Populismo
El bukelismo nació como un movimiento populista. El populismo más que una ideología política es más bien un estilo retórico y una técnica de hacer política. El populismo plantea una narrativa donde existe un pueblo homogéneo que se enfrenta a una élite gobernante. El pueblo es virtuoso y puro mientras la elite es viciosa y corrupta.
El populismo suele ser utilizado por líderes carismáticos que tienen una conexión directa con el pueblo a la vez que atacan a la clase política gobernante. En los populismos la voluntad general está por encima del Estado de Derecho o las instituciones democráticas, pues estas han sido corrompidas por la élite.
Si en algo se parecen Trump, Milei y Bukele es justamente en esta retórica populista. Para Trump el enemigo es el Deep State, para Milei es la Casta Política, para Bukele son Los Mismos Siempre; diferentes nombres para referirse al mismo concepto, un establishment corrupto que busca el interés particular por encima del interés popular.
Ahora bien, el populismo no solo se ha quedado en discursos sino también en tácticas. Durante la cuarentena por el Covid el gobierno “regaló” trescientos dólares a 1,5 millones de hogares a la vez que entregaron paquetes alimenticios. Recientemente, Bukele anunció que el gobierno iba a pagar las facturas de luz y agua del mes de enero.
En los populismos se suele utilizar la causalidad directa de Lakoff la cual consiste en que un problema complejo se soluciona con una acción directa más simple. En el caso de Trump, el problema son los migrantes y la acción son las deportaciones masivas. En el caso de Bukele, el problema es el estrés alimentario y la acción directa es dar paquetes alimenticios. En los populismos se deja a un lado las causas económicas y sociales de las problemáticas ya sea migración, inseguridad o hambruna.
Estas estrategias populistas son únicamente “curitas” a problemas más estructurales. Lo importante aquí no es resolver sino parecer que se está resolviendo. Estas problemáticas luego son maquilladas tras una estética cool, unas luces led y un par de tácticas populistas.
Conclusión
El bukelismo es una ideología líquida que cambia de identidad según los dos ejes del convencionalismo político y del miedo popular. En ese sentido, el bukelismo es el perfecto ejemplo de la dramaturgia de Goffman. Esta teoría nos habla de que la vida es como un teatro y nosotros utilizamos distintas mascaras según el público y el escenario. Las personas ajustan su comportamiento y su performance de acuerdo con las señales que reciben del público, buscando generar una respuesta deseada.
De la misma manera, Bukele se encontró ante un público con una idiosincrasia conservadora y con hartazgo de Los Mismos de Siempre, en consecuencia, adoptó un discurso populista y una ideología de extrema derecha ante ese público. Hoy utilizo la máscara LGBT para después utilizar la máscara anti-LGBT, hoy me posiciono contra la reelección para después reelegirme. Al final el bukelismo se mueve más por el miedo y el oportunismo que por una escala de valores establecidos. Tal como dice la famosa frase del humorista Groucho Marx: “Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”.
Mariano José Mendoza Fiallos (El Salvador) es estudiante de la carrera de Comunicación Social en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). En 2021 ingresó al colectivo radiofónico “Frecuencia Libre” donde se le asignó la sección de política “Pan y Circo”. Es diplomado en Estrategias y Narrativas Políticas por la UCA de El Salvador. Facebook: Mariano Mendoza / Instagram: @mariano.mendoza.2002