Peña Siempre

Por Armando Paíno Henríquez

José Francisco Peña Gómez marcó la historia de la República Dominicana. Su mensaje político Primero la gente, promovía la necesidad de que el pueblo debe ser el centro de las políticas públicas. Sus propuestas han sido utilizadas en los gobiernos posteriores a su deceso. Su ideario y su legado mantienen total vigencia en el país y en la región entera. 

La República Dominicana (RD) y Haití han tenido diferencias históricas desde antes del nacimiento de ambas naciones, el hecho de ser la única isla compartida por dos repúblicas, el que antigua colonia francesa ocupara el territorio del lado dominicano hasta su separación en 1844, sumado a diferencias como lenguaje, raza y cultura han incidido para que ambos lados mantengan una relación tensa de manera prolongada. Sin embargo, esto, no han sido óbice para que más de un millón de haitianos residan en RD y de que ambas naciones sean importantes socios comerciales.

Dentro de este contexto histórico, que trasciende lo político y reafirma lo social, el nacimiento y la vida de José Francisco Peña Gómez ha sido y será por siempre admirable, un negro de descendencia haitiana, nacido en un pueblo fronterizo de RD, viene a un mundo hostil en pleno apogeo de la tiranía de Trujillo, que gobernó el país a sangre y mano dura por 31 años, hasta su tiranicidio, el 30 de mayo de 1961. 

La tiranía trajo consigo irremediables pérdidas, castigos inhumanos que solo se comparan con los más grandes hechos sangrientos de la humanidad, uno de estos fue la denominada matanza de haitianos. Con el propósito de limpiar la raza, en 1937 el dictador ordenó asesinar a los haitianos que se encontraban irregulares en el país y sobre todo detener la supuesta invasión pacífica que amenazaba a la integridad de la nación. José Francisco perdió a sus padres biológicos en este “corte”. 

Como todo el que nace para un fin, salvó su vida de manera milagrosa y fue adoptado por una pareja pobre dominicana, Regino Peña y Fermina Gómez, que con esfuerzo y amor le brindaron una educación decente. Durante este período debió trabajar y ayudar a traer pan a su casa, empleándose en diferentes oficios tales como colmadero, zapatero y mecánico. 

En la década del 50, se trasladó a Santo Domingo para estudiar derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Mientras estudiaba trabajó como profesor y para el 1959, se registraría en la Academia de Locutores Hector J. Díaz, de la Voz Dominicana, principal emisora del país controlada por Trujillo, logrando una relativa fama por su oratoria impresionante y voz estremecedora. Al tratarse de radio pocos sabían que era un negro el locutor y por ende fue aceptado por la audiencia. 

Su presencia en los medios llevó a que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) lo reclutara como jefe de propaganda, iniciando una carrera meteórica de éxitos en lo político, comenzando con las luchas por las libertades públicas y la salida de la familia Trujillo del país. 

A José Francisco, la historia le tenía su sitio bien claro a corta edad, en las elecciones de diciembre de 1962, se entregó en cuerpo y alma a la campaña por la presidencia de Bosch, jugando un rol protagónico en su victoria y luego de juramentado el presidente continuó trabajando dentro del PRD. 

El gobierno del PRD, y Juan Bosch, fue derrocado por sectores trujillistas siete meses después de su juramentación, pero en abril de 1965, Peña Gómez se convirtió en la voz que dio inició a la más emblemática, epopéyica y digna de todas las luchas armadas de la historia de RD que demandaba el retorno de la constitucionalidad. La Guerra Civil de Abril del 1965 trajo consigo consecuencias que al día de hoy todavía vivimos, sus miles de muertos, la nefasta intervención americana y el retorno de Joaquín Balaguer Ricardo (quien era un cortesano y presidente títere de Trujillo), en definitiva, la grandeza de esa lucha siempre quedará latente en la memoria de todas las dominicanas y dominicanos y sin duda Peña Gómez será siempre recordado como uno de los grandes forjadores de ese movimiento y la voz indiscutible del pueblo dominicano, de la gente.

La invasión norteamericana tronchó los sueños de abril, en las calles del sector de Ciudad Nueva de Santo Domingo, quedaron empapados en sangre los deseos de construir una democracia plena y un real estado de derecho. En abril, de manera muy fugaz, nacieron y murieron ilusiones, se germinaron ideales que fueron pisados y eliminados por la bota invasora, así de corto, así de efímero los eventos de esos días marcaron a los dominicanos y las dominicanas para la eternidad. Pero abril también le dio la oportunidad a un negrito salido casi de un pesebre, de asumir el liderazgo nacional opositor y bajo la bandera de lucha por la democracia, desde ese momento convertirse en el jefe opositor por los próximos doce años en que reinó el balaguerismo despótico en toda la media isla. 

Peña Gómez fue el artífice de la salida del poder de Balaguer y de los triunfos del hacendado Antonio Guzmán Fernández en el 1978 y el abogado Salvador Jorge Blanco en el 1982. 

Durante los ocho años del PRD, además de líder del partido pasó a ser el alcalde de la ciudad de Santo Domingo hasta el 1986. A pesar de la oposición constante de grupos racistas de la sociedad y dentro del partido, presentó su precandidatura para las elecciones de 1986 generando una confrontación que dividió en dos el PRD lo que provocó que el partido del pueblo saliera del poder y Balaguer retornara nuevamente a la presidencia. 

En la oposición, Peña Gómez reconstruye el PRD, se convierte en su único líder y comienza a fraguar el concepto de Primero la Gente, esa idea de que las personas –la gente– debían convertirse en el centro de las políticas públicas, lo que se volvió su norte hasta su muerte.

Es propicio mencionar, que el líder fue el primer político dominicano en propugnar por una profunda reforma constitucional progresista, al igual que la necesaria reinvención de los tres poderes del Estado, fue un abanderado de los derechos fundamentales de las personas sin importar raza, género, orientación o nacionalidad. Igualmente, fue un abanderado de la participación directa de las ciudadanas y ciudadanos a través de sus municipios para lograr la descentralización del Estado.

Las propuestas de Primero La Gente y de Reforma del Estado, fueron asumidas por la gran mayoría de la población, especialmente las clases bajas que sufrían día a día el vivir en una sociedad injusta y sin oportunidades, Peña Gómez se convirtió en su profeta, en su esperanza, poniendo el pueblo a soñar con la posibilidad de vivir en un mejor país. 

Esa revolución moral puso nervioso a los poderes fácticos de la media isla, incluyendo a sectores de la iglesia católica que no les agradaba como Peña Gómez les abría las puertas a pastores evangélicos por ser un ferviente creyente en la libertad de cultos. Los altos mandos militares se inquietaban, cuando el PRD proponía una tecnificación de las instituciones castrenses para que estas trabajaran exclusivamente al servicio de la gente, lo veían como una amenaza al negocio millonario de la frontera, donde controlaban el contrabando, el tráfico de armas y de drogas.

Pero a los que más nervios le generó la posible presidencia de Peña Gómez, fue a una parte del empresariado, conservador y racista, que identificaba al líder negro como el que pondría fin a todo el sistema de privilegios, corrupción e impunidad con el cual habían construido sus fortunas multimillonarias. Al respecto, Balaguer llegó a jactarse diciendo que había creado 300 millonarios en un momento. 

Peña Gómez para las elecciones de mayo de 1994 logró conformar el Acuerdo de Santo Domingo, la más grande alianza de partidos políticos, de entidades de la sociedad civil, empresarios liberales, grupos progresistas de las iglesias católica y evangélica de la historia de RD. Igualmente, la gran mayoría de sindicatos y organizaciones obreras, gremios profesionales, todos en pleno se adhirieron al Acuerdo.

La campaña electoral fue caracterizada por ser la más sucia de la historia de la isla, en contra del líder de las bases se hicieron acusaciones de haitiano, narcotraficante y hasta de brujo por parte de los sectores conservadores, el proceso se llevó a cabo repleto de incidentes y conflictos.

Cerradas las votaciones, los boletines de una Junta Central Electoral (JCE) controlada por el balaguerismo comenzaron a salir y reflejaban a Balaguer ganando por una diferencia de menos de 20 mil votos. 

La reacción de Peña Gómez y del Acuerdo de Santo Domingo no se hizo esperar, presentaron una denuncia de fraude ante todos los medios de comunicación locales e internacionales, el balde de agua fría a los balagueristas vino cuando la Misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) y La misión de la IFES (International Foundation for Electoral Systems) manifestaron que existieron serias irregularidades en el proceso, siendo legitimadas de esa manera las denuncias que hiciera el PRD previamente.

La situación llegó al lugar que nadie quería el 2 de agosto, al borde de una guerra civil, se necesitó de la mediación del monseñor Núñez Collado y el embajador John Graham y la cordura de Peña Gómez, que no deseaba verse envuelto en otro conflicto armado como el de 1965, se logró firmar el Pacto por la Democracia, el 10 de agosto de 1994, apenas seis días antes de la toma de posesión.

Este pacto le permitía a Balaguer extender su período por dos años a cambio del mayor legado político de Peña Gómez, la reforma constitucional del 1994, que incluyó una parte de las reformas al Estado y a los derechos de los ciudadanos y las ciudadanas que tanto enarboló en su carrera política tales como: la prohibición de la reelección presidencial; la reforma del Poder Judicial; la reforma electoral y la consagración de la doble nacionalidad para los ciudadanos de la diáspora. 

Luego del pacto y la reforma, Peña Gómez comenzó a trabajar para las elecciones del 1996, que tendrían la particularidad que, por primera vez en treinta años, el alumno aventajado de Trujillo, Balaguer, no participaría como candidato. En septiembre de ese año, su vida dio un giro inesperado, el cáncer le atacó cuando menos lo esperaba y le quitó mucho tiempo de preparación para el nuevo reto electoral que tenía. 

En las elecciones presidenciales del 1996 sucedió lo inimaginable, para bloquear el seguro triunfo del PRD, el anillo palaciego balaguerista, gestó una alianza con el partido de uno de los grandes enemigos políticos de Balaguer, el Dr. Juan Bosch, quien se encontraba deteriorado de salud, pero su círculo de dirigentes más cercano propuso al Dr. Leonel Fernández como candidato. El abogado y tecnócrata de 43 años logró convertirse en un fenómeno político en poco tiempo, apoyado por el balaguerismo, que nuevamente desató la campaña sucia contra Peña Gómez, lograron salirse con la suya y en segunda vuelta conformaron el Frente Patriótico que logró vencer a Peña Gómez por una diferencia mínima. A cambio de ese apoyo, el balaguerismo logró la deseada impunidad que le permitió salir del poder sin asumir ninguna responsabilidad por los actos de corrupción y los asesinatos cometidos en su gestión. 

Peña Gómez como el extraordinario demócrata que siempre fue, aceptó de manera humilde los resultados, ofreciéndose a colaborar con el gobierno de Fernández, al poco tiempo de terminado ese proceso, el cáncer volvió a atacar agresivamente al líder. Para el 10 de mayo de 1998 su cuerpo no aguantó más y falleció de manera súbdita, ese mismo día, se encontraba en una caravana multitudinaria en el sur de la isla, apoyando a los candidatos congresuales y municipales, murió haciendo lo que más amaba, compartir con la gente.

El funeral de Peña Gómez ha sido el más grande de la historia de la RD, se necesitó llevar el cuerpo al Estadio Olímpico, por los cientos de miles que querían despedirlo. El recorrido hacia el cementerio fue un río humano que duró horas y que lloraba de manera desconsolada la partida de su coloso, del líder de la gente. 

Si bien es cierto que Peña Gómez no logró la presidencia, su legado político aún prevalece, los gobiernos posteriores a su muerte han utilizado y hecho suya gran parte de las propuestas del plan denominado Gobierno Compartido, el cual resumía la misión y visión de su gobierno, y una serie de acciones básicas como lo eran el establecimiento de un régimen de seguridad social que logró ser aprobado por ley en 2001, la creación de una ley general de medio ambiente, las ayudas sociales establecidos en el 2002, ley de los municipios que le dio mayor independencia a estos, aprobada en el 2007, la inversión en educación que en el año 2012 se logró consolidar el cumplimiento por ley de direccionar el 4% del PIB para ese sector.
Peña seguirá siendo un referente latinoamericano de la buena política, vive en cada líder de la región que continúa su legado a favor de las mejores causas, el bienestar del pueblo, de la gente.

Pero, reconociendo al gran líder que hemos querido mostrar, el gran logro, su principal legado, siempre será el ejemplo a las nuevas generaciones, de que no importa el origen, la raza, el género o condición social, con esfuerzo y talento puedes llegar a ser lo que te propongas. 
“Peña Siempre” se mantiene como la frase con que cada dominicano y dominicana recuerda a Peña Gómez, siempre con la gente, siempre en nuestras memorias, siempre en nuestros corazones. 

Armando Paíno Henríquez D. (República Dominicana) es abogado graduado de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y con estudios de maestría de la Universidad de Manchester, Inglaterra. En adición a sus más de veinte años de ejercicio profesional ha llevado la política como su segunda profesión desde 1998, cuando se integró a las filas del PRD. En 2015 pasa a ser miembro del equipo de políticas públicas del Partido Revolucionario Moderno (PRM). En 2020 fue jefe de campaña de la candidata a senadora del Distrito Nacional, Faride Raful. Actualmente fue designado por el Presidente Constitucional como Director Ejecutivo del Fideicomiso Público-Privado para la Gestión Integral de los Residuos Sólidos.
Twitter: @armandopaino
Instagram: @armandopaino

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