Por José L. Mendoza De Anda
La comunicación política es una herramienta poderosa para influir en la percepción pública y en la toma de decisiones de una sociedad democrática. Además, permite establecer una relación efectiva con la ciudadanía y transmitir los mensajes clave que para la institución son pertinentes.
Sin embargo, en ocasiones la estrategia de comunicación de un gobierno puede tomar un rumbo controvertido, tal como es el caso de Samuel García en Nuevo León.
Desde antes de llegar a la gubernatura se podía ver claramente la estrategia de Samuel García por posicionarse dentro de las juventudes neoleonesas y de aquellos que veían en él una oportunidad para, igual que en el 2015, darle un rumbo diferente al Estado.
Recordemos que García Sepúlveda asumió la gubernatura con una imagen fresca y con un discurso centrado en la transformación de Nuevo León. Todo parecía funcionar de buena forma. La visión empresarial y la reducción de la administración pública parecía rendir frutos, pero la realidad ha sido otra.
La luna de miel terminó y cada día que avanza su gobierno se puede observar una práctica de comunicación controvertida que ha generado polémica y división en la sociedad neoleonesa y la clase política.
El gasto millonario en redes sociales, los escándalos de corrupción orquestados desde la dirección de Comunicación Social donde, su entonces director, Glen Villarreal se encargó de financiar campañas de autoimagen, otorgar contratos gubernamentales a empresas afines a cambio de apoyo mediático favorable y de manipular la información y las noticias para encubrir problemas reales que hay en la administración.
Los errores de comunicación han nacido desde la propia estrategia que ha mantenido el gobierno de Nuevo León, una vez que se encargaron desde la jerarquía propia de la Oficina de Comunicación, de robustecer la estructura tradicional y crear con ello puestos de mando donde todos quieren ordenar, pero nadie sabe cómo. Lo cual ha provocado en reiteradas ocasiones que la información no fluya correctamente hacia los ciudadanos y medios de comunicación.
Por otra parte, uno de los errores más notables en la estrategia de comunicación de Samuel García ha sido su insistencia en afirmar que ha cumplido con éxito su papel como gobernador, a pesar de la evidencia que muestra lo contrario. La ciudadanía de Nuevo León está viviendo una crisis de agua que nunca antes se había experimentado, con cortes frecuentes y una distribución deficiente. Esta situación crítica requiere una respuesta seria y efectiva por parte del gobierno, pero en lugar de abordarla de manera responsable, el gobernador ha optado por minimizarla y centrar su comunicación en destacar sus supuestos logros.
Otro aspecto preocupante de la estrategia de comunicación de Samuel García es su enfoque en la construcción de su imagen personal a través de redes sociales y medios tradicionales. Esto ha llevado a un sesgo hacia la autopromoción y la publicidad personal en lugar de centrarse en resolver los problemas reales que enfrenta la ciudadanía. La crisis del agua es un ejemplo claro de cómo la atención se ha desviado de los problemas cruciales hacia una narrativa de éxito gubernamental que carece de sustento en la realidad.
La estrategia de comunicación de Samuel García ha evidenciado su inexperiencia y falta de capacidad para afrontar los problemas reales que afectan a la población, lo cual ha socavado la confianza de la ciudadanía hacía el gobernador y su equipo derivado del mal manejo de información, la falta de compromiso y la distorsión de la realidad.
La insistencia en afirmar un éxito que no se refleja en la realidad y la desviación de la atención de los problemas cruciales hacia la autopromoción personal han generado un clima de desconfianza y escepticismo entre la ciudadanía.
Es esencial que los líderes políticos reconozcan y aborden de manera efectiva los problemas que enfrenta la sociedad, y que utilicen la comunicación como una herramienta para informar y movilizar a la ciudadanía en lugar de desviar la atención de los desafíos reales.
José L. Mendoza De Anda (México) es licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Maestrante en Administración Pública. Consultor político en Nuevo León.